Sin la posibilidad de alcanzar algún acuerdo que impida o frene las protestas de los burócratas, pensionados y maestros programadas durante el desarrollo del mundial de voleibol de playa previstos del 5 al 15 de octubre, la confrontación entre manifestantes y elementos de la policía estatal parece inevitable por la cerrazón que prevalece para negociar, situación que terminará manchando ese evento de talla internacional.
Los sindicalizados están empeñados en convertirse en la kryptonita de la administración encabezada por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, quien desde hace semanas siente la incomodidad de presidir eventos públicos y oficiales, especialmente aquellos en donde aparecen manifestantes que exigen con gritos su salida como fue en la colocación de los bandos de las fiestas patrias, en el encendido de luces del Palacio y durante el tradicional Grito de Independencia.
La implementación del nuevo sistema de salud para los trabajadores del gobierno estatal y los pensionados y jubilados se ha convertido en el principal elemento que está desgastando a la mandataria y su administración, la cual también enfrenta críticas por la inseguridad, pues aunque los datos oficiales indican que se está avanzando en ese rubro, la percepción entre los ciudadanos y las ciudadanas es que la delincuencia sigue ganando terreno en Tlaxcala.
La gobernadora podrá seguir presumiendo en las reuniones del gabinete legal y ampliado que cuenta con el mejor equipo y los más duchos funcionarios que junto con ella están transformando a la entidad poniéndola en un plano internacional donde hay pujante crecimiento económico, desarrollo, proyectos innovadores como el Autotrén y un combate decidido a la pobreza, sin embargo su apreciación no puede estar reflejando la realidad porque hay información y datos que si se analizan y se observan estarían dando una impresión muy diferente.
Para nadie es un secreto que la administración estatal dejó de tener en la figura del secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, un interlocutor válido para atender los conflictos que surgen en la entidad, pues es obvio que ningún grupo inconforme quiere sentarse con un funcionario sin capacidad de decisión y sin autoridad.
Aunque al ex panista le encanta aparecer ante los medios para sentirse importante y responder todas las preguntas y mostrarse como un hábil subordinado de la mandataria Cuéllar que lo mismo habla de seguridad que de las protestas e inconformidad de los sindicalizados, en los hechos todos saben que es una figura decorativa en el gobierno tlaxcalteca y que sus tareas las realiza la engreída, prepotente y limitada diputada morenista Marcela González Castillo o el soberbio morelense, Luis Antonio Ramírez Hernández.
Estamos a 16 días de que inicie el mundial de voleibol de playa y no se observa quién o quiénes puedan desactivar las protestas de los sindicalizados del 7 de Mayo, jubilados y maestros, así como de los colectivos feministas y otros grupos sociales que se están organizando para exponer problemas y evidenciar a las autoridades de estar dando nulos resultados.
El año pasado durante la Copa del Mundo de Tiro con Arco las normalistas de Panotla fueron las encargadas de manchar la justa deportiva con una serie de movilizaciones y bloqueos de vialidades. El gobierno lorenista no tuvo otra que mostrar la fuerza del Estado y evidenciar que la utilizaría para hacer valer el orden y la paz, situación que la pasada noche del 15 de septiembre lo volvió hacer al desplegar un exagerado operativo policiaco, con la salvedad de que un grupo de inconformes si logró colarse casi al frente del balcón para gritar “Fuera Lorena, fuera Lorena” y amargar ese momento a la mandataria que se vio nerviosa e incómoda.
El fantasma de la violencia ya ronda Tlaxcala y es cuestión de tiempo para que se haga presente y visible.
Lo anterior sería lamentable porque un evento deportivo de talla internacional que se lleva meses organizando y promocionando quedará tiznado, enlodado y emporcado porque no hubo talento y capacidad para negociar, dialogar y solucionar los problemas.
Nos guste o no la realidad es que la mandataria Lorena Cuéllar tiene varias semanas enfrentando protestas de miles o de unos cuántos según lo quiera ver cada quien, algo que no se había visto en los últimos años, como tampoco que un gobernador de Tlaxcala llegara a su tercer grito de independencia con rechazo, sino mayoritario, sí con presencia y capacidad para hacerse notar e incomodar.
Mal y de malas
A estas alturas aún no se sabe quién dobló a quién, es decir, si el aguerrido ex dirigente magisterial Manuel Campos Bárcenas obtuvo lo que quería o si el gobierno lorenista representado por Homero Meneses Hernández logró desactivar el conflicto que existía por la operación irregular de 19 extensiones del Cbtis que a partir de este ciclo escolar desaparecieron para dar paso al sistema de Centros Educativos de Bachillerato Estatal (Cebes).
De entrada le podría decir que Homero Meneses y la gobernadora Cuéllar quedaron mal porque su intención de aniquilar, meter a la cárcel y desaparecer la influencia de Manuel Campos sólo quedó en bravuconadas, porque el ex líder del Movimiento de Bases Magisteriales no piso ningún juzgado y terminó siendo director del Cebes número 15 ubicado en Santa María Texcalac, Apizaco, posición que obtuvo sin participar en la convocatoria que llevó a cabo la Secretaría de Educación Pública de Tlaxcala para asignar esos cargos.
Habrá que ver cuántos cargos más de directores logró Manuel Campos, dejando en ridículo a Homero Meneses que deberá de borrar de sus discursos las palabras, legalidad, respeto a la ley, honorabilidad, congruencia, Estado de Derecho y otras más porque está claro que pese a ser un funcionario adiestrado por la Cuarta Transformación en los hechos si miente y si traiciona.
El secretario de Educación de Tlaxcala iba bien en el proceso de enfrentar a Campos Bárcenas, pero al final falló y se dobló para verse igual o peor que un funcionario priista o panista.
Lástima.
*********************************************************************************************
Post Views: 49