El vacío de poder en Tlaxcala cada vez es más evidente y claro. Tlaxcala está convertida en una entidad sin ley.

 

 

Los presidentes municipales andan armados y cómo vulgares mafiosos utilizan a los elementos de la policía para custodiarlos, avalar sus excesos y abusos de poder, así como para intimidar a ciudadanos y a familiares.

 

El Estado de Derecho es una falacia en Tlaxcala, uno de los estados más seguros del país, donde por desgracia no sólo es necesario cuidarse de las bandas criminales que operan con total impunidad, sino de los presidentes municipales que con copas de más, se sienten poderosos y dueños de todo, pues no hay nada ni nadie que les aplique la ley y les ponga un alto a sus tropelías, arbitrariedades, desmanes y atropellos que pese a éstos están grabados y expuestos en las redes sociales.

 

El pasado fin de semana nuevamente la entidad fue noticia por los escándalos que provocaron los presidentes municipales de Tzompantepec y Cuapiaxtla, el priista Manuel Ramos Montiel y el verde ecologista Antonio Romero Rodríguez, respectivamente, quienes presuntamente bajo los estímulos del alcohol cometieron abusos de poder que deben ser sancionados.

 

El primero molesto porque fracasó un baile de feria donde se presentaría El Komander por la baja venta de boletos, la emprendió con los integrantes del grupo musical Nery Pedraza y los Guaraperos de la Cumbia, cuyo autobús fue agredido con piedras por el alcalde Manuel Ramos y el personal del ayuntamiento, hecho que fue atestiguado y solapado por los policías municipales que nunca intervinieron.

 

Antes, se dice que el presidente municipal había echado disparos al aire desde el escenario y posteriormente se habría dedicado a intimidar, portando un arma de fuego, a las personas que exigían la devolución de su dinero una vez que se canceló la presentación del Komander.

 

Los videos de sus excesos y abuso de poder circularon en las redes sociales, así como los testimonios de los músicos agredidos.

 

En otro asunto también registrado en la madrugada del domingo, el edil de Cuapiaxtla, Antonio Romero, se presentó acompañado de colaboradores y de la policía de esa población a la vivienda de su tío José Guadalupe Matías Romero, donde después de disparar una arma de fuego contra el zaguán de la vivienda lo forzó para ingresar y cobrar una supuesta deuda de 500 mil pesos.

 

Aunque la familia afectada reportó el hecho al 911, obligando a las autoridades presentarse en el lugar para supuestamente detener a los agresores, los uniformados que llegaron sólo confirmaron los excesos del alcalde ex priista y hoy verde ecologista que al parecer se pasó de copas en la celebración de la feria, pues fue identificado por Leydi Esmeralda Rodríguez Hernández, nuera de José Guadalupe Matías.

 

En ambos hechos las autoridades estatales no hicieron nada. La policía no intervino ni se presentó para garantizar la seguridad de las víctimas, lo que confirma que el encargado de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, Ángel Gilberto Zamora Ibarra, es otro florero más en el gabinete lorenista que si no está dispuesto a realizar su trabajo y cumplir con sus responsabilidades debe renunciar.

 

En cualquier otro estado del país lo más seguro es que esos alcaldes estarían detenidos o en vías de ser destituidos como autoridades, sin embargo en Tlaxcala no pasará nada porque aquí mientras se tenga poder se puede hacer lo que quiera.

 

Es obvio que el secretario de Gobierno, el ruco Sergio González Hernández, está no sólo rebasado por los problemas, sino que lastimosamente es un funcionario ignorado y menospreciado por sus compañeros de gabinete, así como por los alcaldes y las alcaldesas que sencillamente no lo pelan porque no provoca ni genera nada.

 

El encargado de la política interna cómo es su costumbre evadió los problemas antes mencionados y fue incapaz de fijar una postura o emitir una declaración sobre los lamentables hechos que evidencian la falta de autoridad y el nulo respeto a la ley que existe en la entidad.

 

Estamos tan mal y jodidos en Tlaxcala que el secretario de Infraestructura, el niñato Alfonso Sánchez García, aspirante de Morena a la candidatura al Senado, no tuvo empacho en presumir su relación y amistad con el desprestigiado y abusivo presidente municipal de Cuapiaxtla, Antonio Romero, pues en la red social de Facebook, escribió que se sentía muy honrado de haber sido elegido como padrino de coronación de la reina de dicha feria.

 

Los desaciertos de los funcionarios estatales cada vez son más y para su mala suerte esos comportamientos no pasan desapercibidos por los ciudadanos y las ciudadanas, tan es así que la voraz secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez Zamora, fue abucheada, sino de manera masiva, si por parte de un sector del público que asistió al concierto que el cantante Carlos Rivera ofreció en el municipio de Huamantla con motivo del arranque formal de la feria de ese pueblo mágico.

 

Las cosas en Tlaxcala están para llorar.

 

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