Conforme pasa el tiempo se vuelve más complicado leer y entender cómo ejercer el poder la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros.

 

En reuniones públicas y privadas presume y hasta destaca, según ella, el trabajo y buena labor de sus subordinados, pero por otro lado no deja de escuchar chismes y recibir informes de malos manejos financieros, excesos y abusos de sus funcionarios, por lo que si éstos terminan por convencerla, entonces la mandataria empieza a idear cambios a los que sólo unos cuantos privilegiados tienen acceso a tal información.

 

Es así como se registran los despidos y reacomodos de funcionarios, pero no en aquellas áreas de la administración lorenista donde es marcada la corrupción o la ineptitud de sus colaboradores, sino en aquellas donde también prevalecen los mencionados problemas, con la salvedad de que no han trascendido tanto o aún no se convierten en un escándalo mediático.

 

Oficialmente se dirá que los cambios concretados el fin de semana en la administración estatal se debieron a renuncias voluntarias o a que se busca reforzar y mejorar las áreas que recibieron nuevos titulares, sin embargo se ocultarán las razones reales como la corrupción, la soberbia, el mal trato, la ineficiencia y el incumplimiento de las metas oficiales.

 

Marco Antonio Castillo Hernández dejó la rectoría de la Universidad Politécnica de Tlaxcala porque nunca pudo crear un equipo propio y porque el quebranto financiero detectado en esa institución, y que seguramente se reflejarán con la reprobación de su cuenta pública del 2022, representará un severo dolor de cabeza.

 

Además, la soberbia de ese longevo funcionario y su falta de sensibilidad para tratar a los académicos, maestros y alumnos se tradujo en un rechazo absoluto a su gestión. Cómo estarían las cosas que los directivos de la UPTx celebraron como nunca cuando confirmaron la salida de la rectoría de Marco Antonio Hernández.

 

Otra versión apuntaría a que Castillo Hernández no estaba a gusto en la Universidad y que por tal motivo habría presentado su renuncia hace más de 15 días, de ahí que él habría decidió dejar su puesto y no fue despedido como se filtró el pasado viernes por la tarde.

 

Hasta el momento se desconoce quién será el nuevo rector de esa institución educativa.

 

Humberto Macías Romero abandonó la gerencia general del Fideicomiso de Ciudad Industrial Xicohténcatl (Fidecix), bajo la sospecha de haber incurrido en actos de corrupción y de desobedecer órdenes de la mandataria, chisme que era propagado y alimentado por el improductivo e ineficiente secretario de Desarrollo Económico, Javier Marroquín Calderón, quien no soportaba que un funcionario de menor rango estuviera teniendo ciertos aciertos que él no podía generar.

 

Ese bisoño político panista oriundo de Huamantla manejó discrecionalmente el fideicomiso y agotó los recursos públicos, situación que provocó una gran molestia que terminó por encaminarlo a su fulminante despido.

 

Lo absurdo es que la premiada terminó siendo una priista marianista de corazón como Gisela Lucero Zepeda que se desempeñaba como secretaría técnica de la Secretaría de Impulso Agropecuario (SIA) y que a partir de ahora es la nueva gerente general del Fidecix.

 

Esa funcionaria que hoy dice ser de Morena forma parte del desorden financiero, administrativo y del retraso y manipulación de los programas de la Secretaría de Impulso Agropecuario que está bajo las órdenes del inepto Rafael de la Peña Bernal, razón por la que resulta incomprensible su promoción.

 

No me cansaré de decir que los lorenistas son despreciados y marginados por su jefa, pues es una realidad que los priistas, panistas y traidores son los que están siendo premiados en la actual administración estatal.

 

Un cambio más fue el de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Vivienda donde despachaba el empresario constructor Leonardo Uriarte Parra, quien será sustituido por Diego Corona Cremean, ex secretario de Infraestructura en la administración del finado ex gobernador poblano, Rafael Moreno Valle Rosas.

 

Leonardo Uriarte nunca se adaptó al estilo y forma de trabajo del gobierno lorenista y su labor prácticamente pasó inadvertida por 16 meses. Diego Corona se suma a la lista de funcionarios foráneos que han encontrado trabajo en la administración de Cuéllar Cisneros.

 

Ahora habrá que ver si estos cambios son buenos y provechosos o terminan siendo un total fiasco como resultaron los últimos cuando se incorporó al gobierno de estado al limitado José Noé Altamirano Islas como titular de la Secretaría de Trabajo y Competitividad y a la ineficiente Nydia Cano Rodríguez como responsable del Instituto Estatal de la Mujer.

 

****************************************************************************************