La ola de asesinatos y de violencia en Tlaxcala está imparable.

 

 

La estrategia del gobierno del estado es un fracaso y no hay nadie que explique qué está pasando en la entidad que cada día se tiñe más de rojo.

 

Para mala suerte de los tlaxcaltecas, hoy existe un encargado de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Ángel Gilberto Zamora Ibarra, invisible que está convertido en un auténtico fantasma, porque sabemos que dirige esa desprestigiada corporación, pero que sencillamente no se deja ver ni da la cara a los tlaxcaltecas para explicar la ola de terror que se vive.

 

La normalización de la violencia en Tlaxcala es una realidad y una desgracia. Los ciudadanos y las ciudadanas se han acostumbrado a ver y escuchar hechos en los que se enteran de un asesinato a balazos en Huamantla y de la probable ejecución de otros dos varones en los municipios de Tlaxco y Tepetitla.

 

Es común enterarse a través de las redes sociales y de los medios de comunicación de asaltos violentos, intentos de linchamiento y de otros hechos delictivos que claramente demuestran que los criminales están desatados y fuera de control.

 

El discurso de que Tlaxcala forma parte de los estados más seguros del país no tiene consistencia ni se apega a la realidad.

 

Las autoridades estatales evaden el tema de la desbordante inseguridad que prácticamente tiene una cobertura estatal y es obvio que no les preocupa el creciente número de homicidios dolosos ni los constantes asaltos violentos cometidos por criminales fuertemente armados que un día se meten a una casa a robar que otro atracan una gasolinera con total impunidad.

 

Si bien desde el gobierno del castrado priista Marco Antonio Mena Rodríguez ya venía esta inercia delictiva, lo cierto es que en la administración morenista de Lorena Cuéllar Cisneros se ha agravado la situación y la inestabilidad en la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha sido un factor que ha ayudado a los delincuentes, porque secretarios van y vienen sin que haya habido uno capaz de enfrentar a los maleantes y devolver la paz y la tranquilidad a los tlaxcaltecas.

 

Ojalá las autoridades dedicaran el tiempo necesario para atender el problema de la inseguridad. Ese asunto debería ser prioritario y no otras actividades como la promoción del Campeonato Mundial de Voleibol de Playa 2023 o el activismo político electoral del secretario de Gobierno, Sergio González Hernández.

 

Cuántos homicidios dolosos se requieren para que el gobierno estatal muestre interés en ese problema.

 

Cuántos feminicidios más se deben cometer en Tlaxcala para que el asunto se vuelva prioridad.

 

A quién deberán asesinar para que las autoridades muestren sensibilidad y empatía con la pena que enfrentan decenas de familias tlaxcaltecas que han perdido a un pariente por hechos violentos.

 

Qué debe pasar en Tlaxcala para que el problema de la inseguridad se convierta en una prioridad para el gobierno lorenista.

 

Cuándo reconocerán que sus procesos de selección para designar al secretario de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala son un fracaso y una burla para los tlaxcaltecas, pues los hechos evidencian claramente que no han servido para nada.

 

El primer titular de la dependencia, Alfredo Álvarez Valenzuela, no sólo era un acosador, sino que enfrentaba un proceso por estar presuntamente involucrado en tortura y en la desaparición de una persona, situación que lo llevó a convertirse en un prófugo de la justicia. Otro encargado de la corporación resultó un militar blandengue que respondía al nombre de Raúl Ruiz García, quien fue incapaz de poner orden en la mencionada secretaría y el último, Ramón Celaya Gamboa, resultó un engreído y mentiroso que presumía sus dotes académicos pero que al parecer permitió que sus subordinados llevarán a cabo actividades ilícitas, mismas que hoy los tienen tras las rejas.

 

Grave lo que está pasando en Tlaxcala.

 

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