Morena está lejos de ser un partido democrático y de respetar las libertades y derechos de sus militantes y simpatizantes.

 

 

Su proceso interno para elegir candidato o candidata presidencial es una camisa de fuerza para los aspirantes y una burla para los que militan en ese partido, porque en ese proceso si algo prevalecerá será el dedazo, la cargada, el acarreo y la imposición cuando el gran elector o jefe supremo decida que es momento de dar línea para consumar su decisión.

 

Después de meses de actos adelantados de campaña, de millones de pesos invertidos en promoción en medios de comunicación “conservadores” y aliados, así como en bardas y espectaculares, de un tímido intercambio de ideas y acusaciones entre las corcholatas presidenciales, ahora sí el Consejo Nacional de Morena busca imponer la austeridad, evitar los debates entre los aspirantes y financiar la difusión por 70 días dejando fuera a los espacios informativos críticos al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

Al final, se dice que el candidato o candidata resultará electo después de varias encuestas que se aplicarán al mismo tiempo a finales de agosto y principios de septiembre, para que a más tardar el 6 del mes patrio se conozca quién resultó el elegido o la elegida.

 

A los aspirantes a la candidatura presidencial no les quedó otra más que aceptar las reglas del proceso interno y quedarse callados, pero eso no quiere decir que el método y la forma en que Morena y López Obrador quieren imponer al próximo representante de su partido para contender en los comicios del 2024 es democrática.

 

En Morena con el pretexto de garantizar la unidad y el piso parejo en su contienda interna, se coartó la libertad de expresión y el derecho a los gobernadores y alcaldes de ese partido de mostrar su apoyo a algunos de los aspirantes a la candidatura presidencial.

 

El fin de semana y a través de las redes sociales, los gobernadores Salomón Jara, de Oaxaca; Indira Vizcaíno, de Colima; Evelyn Salgado, de Guerrero; Layda Sansores, de Campeche, Mara Lezama, de Quintana Roo; Américo Villarreal, de Tamaulipas y Cuitláhuac García, de Veracruz, le mostraron su total respaldo a Claudia Sheinbaum, la actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México. También se sumó a esa cargada la secretaria de Energía, Rocío Nahle.

 

Para su mala suerte, éstos mandatarios fueron obligados a retirar de las redes sociales sus expresiones de apoyo, lo cual es absurdo porque tienen meses haciéndolo y nadie duda que moverán y operarán a favor de Claudia Sheinbaum, como en su momento lo harán los gobernadores de Nayarit y Baja California Sur, Miguel Ángel Navarro Quintero y Víctor Manuel Castro Cosío, respectivamente, quienes se decantaron por Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación.

 

Lorena Cuéllar Cisneros, gobernadora de Tlaxcala, se ha mostrado cautelosa para mostrar su abierta simpatía hacia a alguna de las corcholatas presidenciales, aunque hay indicios de que está alentando las aspiraciones del tabasqueño Adán Augusto López.

 

Un político tlaxcalteca que tuvo que retractarse de evidenciar su respaldo fue el alcalde capitalino Jorge Corichi Fragoso, quien el sábado se pronunció a través de las redes sociales a favor del todavía canciller Marcelo Ebrard, sin embargo después de unas horas retiró su publicación.

 

Hay otros remedos de políticos que le apuestan a dos proyectos para no equivocarse, como es el caso del secretario de Infraestructura, Alfonso Sánchez García, cuyo papá, el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, lo mismo promete operar a la causa de Claudia Sheinbaum que a la de Marcelo Ebrard, pues busca por cualquier forma imponer a su torpe hijo como candidato al Senado.

 

Y mientras el Consejo Nacional de Morena impuso reglas estrictas para dizque garantizar el piso parejo de los aspirantes presidenciables, en Tlaxcala nadie pone orden en el partido ni detiene la ilegal promoción que llevan a cabo morenistas que buscan la candidatura al Senado y a las diputaciones federales.

 

Un claro ejemplo es el caso de Alfonso Sánchez García, quien como secretario de Infraestructura, ya anda dando un informe de actividades sin que ese ejercicio o promoción tenga un sustento legal.

 

Su desesperación es tal, porque si Morena aplica el mismo método que impuso en la elección de su candidato presidencial para elegir a sus aspirantes al Senado o las diputaciones federales, lo más seguro es que ni él, ni su acérrimo rival Sergio González, secretario de Gobierno, figuren o compitan porque para nadie es un secreto que están en el sótano de las preferencias electorales.

 

En fin, la farsa de Morena ya inició y ahora habrá que ver que tan unidos salen de su proceso interno.

 

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