Hoy las mujeres tlaxcaltecas tomarán las calles y saldrán a exponer las desigualdades que enfrentan, el acoso sexual y laboral que sufren en el trabajo y en instituciones educativas, así como la violencia que enfrentan en una sociedad que se resiste a cambiar y dejar añejas prácticas machistas.

 

 

Como cada año, este 8 de Marzo que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, las feministas se harán presentes en Tlaxcala, tal y como lo han hecho en los últimos días en diferentes foros donde han expresado su inconformidad y han evidenciado que en materia de igualdad de género existen pendientes y una marcada actitud para frenar el empoderamiento de la mujer.

 

Las garantías para que las mujeres se expresen y muestren su malestar están dadas. Tendrá la libertad de expresarse y manifestarse. El gobierno del estado ha dado las facilidades y creado el ambiente para que la protesta se lleve a cabo sin problemas, por lo que habrá que ver si existe reciprocidad por parte de las participantes.

 

Tal y como sucede en otras entidades y en otros países del mundo, se esperan pintas, la aparición de tendederos de denuncia y hasta agresiones, por lo que no sería extraño que llegado el momento intervengan las fuerzas del orden para garantizar el Estado de Derecho.

 

A nadie le conviene la violencia ni los desmanes. La lucha de las mujeres es legítima y me parecen que denunciando y evidenciando la violencia y las actitudes que impiden su pleno desarrollo es el camino ideal para conseguir un cambio. En Tlaxcala hay una gobernadora que está de su lado y que cree firmemente en su lucha y en sus demandas. Si alguien ha vivido y enfrentado la violencia por ser mujer es Lorena Cuéllar Cisneros.

 

Las mujeres tlaxcaltecas deberían aprovechar el hecho de que Tlaxcala está gobernada por una política abierta a escuchar y atender la problemática de ese sector, porque podrían conseguir los cambios legales y la implementación de otras acciones y programas que ayuden a la igualdad de género y al empoderamiento de las mujeres.

 

El año pasado las participantes en la marcha optaron por realizar destrozos en el primer cuadro de la ciudad. Dañaron con pintura algunos inmuebles como el Palacio de Gobierno y cuando intentaron ingresar a ese edificio para perjudicar los murales se desató el enfrentamiento con los granaderos.

 

Ojalá que hoy no se repita la historia.

 

A nadie le conviene.

 

Sencillamente cuando eso sucede la lucha y las demandas de las mujeres pasa a un segundo término, porque al final todos se limitan a hablar de la violencia y se olvidan de la parte importante que son sus reclamos para lograr la igualdad de género y frenar la rudeza en su contra.

 

Esperemos que la policía rosa recientemente creada no se estrene mostrando su destreza en el manejo de los escudos y los toletes, porque corre el riesgo de perder inmediatamente el respeto de las mujeres si éstas comprueban que esa fuerza se conformó para reprimirlas y no para cuidarlas y brindarles protección.

 

Si hay denuncias contra acosadores ojalá se acompañen de evidencias a fin de que puedan ser investigadas, porque si de algo pueden estar seguras las afectadas es que si los casos se comprueban inmediatamente tendrán consecuencias.

 

Veremos en qué y cómo termina la marcha del 8 de Marzo de este año.

 

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