Será cuestión de horas para que se confirme la llegada del mediocre empresario ex representante de la Coparmex, José Noé Altamirano Islas, a la Secretaría del Trabajo y Competitividad.

 

 

El longevo político Ignacio López Sánchez no pasó las pruebas ni las grillas de sus compañeros, por lo que fue el sacrificado para entregar un espacio a empresarios ligados al PAN y al PRI.

 

La designación de Altamirano Islas se habría realizado ayer por la mañana, pero por alguna extraña razón no se hizo público su nombramiento por la administración que encabeza la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.

 

A la par de ese cambio, se da por un hecho que también será nombrado un nuevo director o directora del Subsistema del Colegio de Educación Profesional Técnica del Estado de Tlaxcala (Conalep), área que irá por su tercer cambio. La primera en ocupar esa posición fue la desprestigiada ex diputada local Luz Vera Díaz, quien al no cumplir con los requisitos cedió su lugar a Moctezuma Bautista Vásquez que en las próximas horas será removido.

 

Habrá que ver si a la hora de confirmar los cambios no se suman otros.

 

Al vencerse el plazo legal para que los políticos que detentan un cargo público al que llegaron por un partido confirmaran su permanencia o renunciaran a él para poder buscar la reelección con el respaldo de otra fuerza política, se rumora que varios legisladores locales estuvieron analizando esa posibilidad.

 

No se tiene la precisión sobre si alguno o alguna optó por renunciar a su partido y sumarse a otra fuerza política, pues hasta anoche se hablaba que esa eventualidad estaba siendo considerada por diputados y diputadas de diferentes partidos como el PT, Nueva Alianza, PES y hasta del PRD.

 

Será en las próximas horas cuando se confirmen esos movimientos o se aclare que ya no se concretaron, pero lo que sí les puedo asegurar es que unos legisladores si analizaron su futuro político y estuvieron tentados a cambiar de partido a fin de volver estar en las boletas de las elecciones del 2024.

 

En donde se registra incertidumbre y malestar es en la Secretaría de Seguridad Ciudadana bajo el control del dizque “académico” metido a policía, Ramón Celaya Gamboa, no sólo porque cuando decide acudir a un lugar donde se presentó un hecho delictivo asiste con un aparatoso y ridículo cuerpo de seguridad digno de un jefe del narco, sino porque su estrategia para contener la ola criminal en Tlaxcala no funciona.

 

Aunque esa dependencia trató de vender como un gran golpe al crimen el aseguramiento de una casa de seguridad, armamento, chalecos balísticos y a un presunto sujeto en el municipio de Tepetitla, lo cierto es que esa acción se concretó porque los vecinos de la comunidad de Guadalupe Victoria denunciaron el hecho al 911 y dejaron entrever que los policías municipales estaban coludidos con esos hampones porque nunca quisieron intervenir.

 

Sí los ciudadanos y las ciudadanas no hubieran solicitado la intervención de la policía estatal, lo más seguro es que esa casa de seguridad ubicada sobre la calle Pantano nunca se hubiera desmantelado.

 

El armamento encontrado y el equipo asegurado corresponden a una banda del crimen organizado.

 

Se dice que para apoyar los exagerados operativos de Celaya Gamboa ya llegaron a Tlaxcala dos mandos que gozan de mala fama y que la adquirieron en el Estado de México. Uno es Iván Cedillo y el otro es Roberto Cigala, quienes buscarían incorporarse al área de investigación y de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, respectivamente.

 

Ambos estarían ligados a acusaciones de haber protegido el narcomenudo en el Estado de México en los tiempos en que Maribel Cervantes Guerrero, esposa de Ramón Celaya y ex colaboradora cercana del ex poderoso Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, quien fue declarado culpable de narcotráfico en los Estados Unidos, asumió el control de la seguridad en la mencionada entidad gobernada por el priista Alfredo del Mazo Maza.

 

Y créame que no son una buena referencia porque sólo con ver los índices delictivos y el comportamiento que tuvo el crimen en el Estado de México hacen dudar de su efectividad y eficiencia.

 

En pocas palabras, estamos jodidos.

 

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