Con la salud de los niños no se medra; es un tema intocable pero vulnerado desde la llegada de un señor llamado Rodolfo Ortiz, quien se salió con la suya en los niveles macro… antes desmanteló el patrimonio de la obra del sexenio por excelencia: el HIT.
Modelo global de adelanto en atención a infantes, el HIT entró en controversia a causa de apetitos nefatos para saciarse de una causa original tan noble.
Lo vimos surgir desde sus cimientos. Padecimos retrasos, conocimos sus intrincadas entrañas, capaces entre otras cosas de transportar órganos para trasplantar, en un estado completamente salvo de cualquier contaminación.
Y en un tiempo corto, personal brillante accedió a venir a los parajes de San Matías Tepetomatitlán, sacrificando ingresos, pero con la satisfacción de dar forma a un proyecto de gran envergadura.
Vicente Fox, en tiempos de la mejor relación de Tlaxcala con el centro del país, vino a inaugurarlo. Y todo era caramelos y áreas de diversión y, esperanza de vida para aquellos menores con los días contados porque sus riñoncitos, como principal falla, habían dejado de funcionar correctamente.
La inversión siguió. Y la credibilidad subió.
El primer trasplante fue todo un evento. Se trataba de cacarearlo como una obra que excedía sus niveles de popularidad. Todo iba bien. Hasta que llegó un señor de nombre Rodolfo Ortiz, de insaciable apetito e incomprensible relación, yo creo que a destiempo, alejada de la conducta ideal de un brody consciente que la distancia es mejor compañera que el acoso.
Así, difícil de entender, irrumpió en los bienes de aquella fabulosa obra, la del sexenio –sin duda – ocasionando el cambio de lugar lo mismo de computadoras, que de otros equipos… no se diga de la nómina.
Estoy de acuerdo en comentar con usted que, el señor Rodolfo llegó al lugar equivocado. Tal vez otro tipo de oficina, muy ajena a la salud de los niños, habría sido menos rechazada por los beneficiarios y sobre todo, sus interesados papás o tutores, conscientes de lo productivo que puede ser apoyar una causa… política.
Aquella felicidad mermó.
Multiplicaron los tronidos de dedos a causa de la sinrazón de quien un día, con el vientre lleno de wisky, irrumpió en el Congreso, en el mismo Pleno, como líder charro para reventar una asamblea.
Sin duda fue aquel el episodio más bochornoso de la historia reciente.
¿Qué pasa cuando un hermano nuestro pierde la dimensión de sus actos?
Se agolpan sentimientos encontrados. Mas en la cosa pública, por arriba de cualquier afinidad se encuentra la Ley.
Esta, aplicada mediante legisladores sin temblores en las rodillas, habría alejado del escenario político al señor Rodolfo y, a esos intereses mezquinos, obsoletos, descarados, como su estilo personal para hacer fortuna.
¿Por qué el amor filial impidió la aplicación ciega de la Ley?
No lo comprendo.
Y menos, que al paso del tiempo, la ideal reprobación inmediata de los actos del hermano hubiese devenido en actos de complicidad para inscribir al HIT en el listado patrimonial familiar.
No es justo.
Es un tema intocable. Con la salud de los niños no se medra. Al personal especializado no se le prostituye.
Me siento apenado.
No esperaba un gesto así del gran propulsor del equilibrio en Tlaxcala.
Me agrava ver que el escenario se repite en el Hospital de la Mujer, en el de Calpulalpan, en el de Natívitas.
Para nuestra desgracia, esto no es reversible.
Lo lamento.
Porque no hay posibilidad de enmienda.
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