El Congreso de Tlaxcala demostrará entre hoy y mañana ante la Justicia Federal, de qué material están hechos sus dictámenes, y qué tan comprometidos están sus integrantes con un dictámen que, debiera ser inapelable.
El Congreso del Estado de Tlaxcala, a través de su jurídico, nos dirá con la argumentación utilizada para suspender al alcalde de Apizaco, Alex Ortiz Zamora, qué tan coludido está en asunto de las gestiones paralelas (una, para castigar al edil y la otra para conseguir un amparo ante la justicia federal).
Propios y extraños concentran sus miradas en la respuesta del juez federal, ante la hipotética acción injusta del Poder Legislativo, contra una autoridad municipal.
A ver dime –seguramente planteará aquella autoridad al representante de la legislatura – y este, convencido de la justeza de tal dictamen lo defenderá como perro (… se acuerda de JLP?), a no ser que sea este un grotesco acto de simulación (lo cual no sería nada raro).
El ejecutivo local ya pintó su raya. Héctor Ortiz consideró justa la suspensión de Alex y los otros dos alcaldes, de Calpulalpan y Teacalco. Incluso su área jurídica (ya bien instalada en sus oficinas, tras el triunfo de julio, casualmente en Apizaco), echó más leña a la hoguera de su equivalente en el Legislativo…
Si el juez encuentra inconsistencias en la argumentación del ongreso tlaxcalteca, ni la duda nos debe caber que, siempre hubo mano negra. Y así como esta tomadura de pelo, imagine usted las que hubo a lo largo de su vigencia.
Tenía que llegar este momento. Las complicidades muy bien simuladas tenían que llegar a un término en el que fuese tal la presión de fuerzas favorables y opuestas que, el pueblo entero se percatara de los niveles de engaño o efectividad a los que sus diputados y diputadas los sometieron.
No me cabe la menor duda de la heterogeneidad de actitudes al interior del palacio de Allende 31, pero, por qué no denunciar este tipo de excesos, por qué no alzar la voz pese a la desaprobación de quienes resultaron beneficiarios de esta dizque alternancia.
Le digo una cosa. Disfrazado de proceso democrático este trecho significó un escandaloso retroceso, donde el debate de ideas se limitó a simples manotazos en la tribuna, pero sin un resultado tangible para la vida de los tlaxcaltecas.
Alcanzar acuerdos tras la confrontación de ideas bien definidas es la hipótesis de la alternancia. Pero aquí ocurrió algo muy particular. Ciertos personajes se arrogaron potestades sin fin y, una vez
cumplida la encomienda del poder superior, aprovecharon cualquier resquicio para buscar riqueza.
De las cuentas públicas a la asignación de consejerías, del concurso para nombrar procurador a la dación de notarías, corrieron ríos de dinero para conseguir las votaciones necesarias.
En eso no quedamos cuando dimos nuestro voto a quienes ahora preparan maletas para acabar, a ver cuando, los fajos almacenados a lo largo de los meses agraciados, de los meses en los que el esfuerzo se limitó a firmar pólizas o a recibir efectivo. Ah, eso es pesado, los fajos cansan…
Pero los ríos de efectivo no se dieron en una sola dirección.
De los municipios, como esta que nos ocupa, hacia el Congreso, ya se supo de los movimientos impresionantes de lana, en cantidades suficientes como para mover el tapete a un dictamen aprobado por una abrumadora mayoría.
Las nuevas autoridades deben tomar nota de estos excesos, pues ciertos municipios son una mina inacabable de riqueza. Estamos hablando de Apizaco, donde el dinero fluye, según vemos, las 24 horas del día, los 365 días del año.
La nueva legislatura no puede mostrarse ajena a esta situación. Debe crear nuevos mecanismos vigilantes y contables de los negocios del Estado sobre los cuales ni siquiera tenemos una idea.
En Apizaco, por ejemplo, es un próspero negocio el alquiler de sanitarios en los mercados, antes en manos de líderes. Es otro negocio, muy sucio por cierto, la aprehensión arbitraria de ciudadanos con apariencia de sospechosos. Si lo son o no, eso ya generó miles de pesos a las arcas municipales.
Ni qué decir del otorgamiento de licencias de construcción, por ejemplo en zonas de alto riesgo; del elevado costo de licencias de negocios y hasta la prostitución da forma al ayuntamiento y sus recursos humanos, de los primeros proxenetas del país con uniforme y licencia para justificar la explotación de mujeres y hombres susceptibles de extorsionarles.
Es acaso la gran ciudad del Altiplano, capaz de competir con demarcaciones como Tijuana, Nuevo Laredo, Monterrey?
Es un desorden con antecedentes de tal desde que el hoy gobernador electo fungió como alcalde. Hay tanto que recordar de aquellos negocios turbios que… lo dejamos para otra entrega.
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