Dudo que en otro momento se haya dado un colectivo de inacción, partiendo de las disposiciones de una facción y, me apena confesarme decepcionado por la oportunidad tirada al caño por diputados, quienes hasta aquí llegaron en la política…

Parece que a las señoras y señores diputados de la actual legislatura, les agobia el inevitable descanso luego de unas vacaciones de tres años, en las cuales, si acaso vivieron alguna emoción al dejar temporalmente la curul para aventurarse en algún reto, “cuesta arriba en sus carreras”.

Y algo hay que hacer.

Se trata de, por lo menos aparentar algo de ganas en el último trecho.

Unos, los más vivos vislumbran el final del camino donde día tras día hubo oportunidad de hacer negocios. Lo gracioso en sus carteras es que, así como llegaron las carretillas de dinero, se fueron. Digamos que a causa de un tren de vida transcurrido entre lo etílico, el pago de guaruras y, las infaltables aventurillas de todos unos donjuanes de petatiux.

Hoy, teniendo todo para labrar sus nombres como unos grandes representantes populares, es tiempo de ensañarse con casos como San José Teacalco, donde el alcalde es un portento de necedad, así como para no dejar…

Pero, los peces gordos superaron al final la prueba.

Nadie aguanta un cañonazo de, digamos un millón (1mdp), para defender como un perro la cuenta pública por la que antes desgarraba sus prendas para hundirla en el rigor del Órgano de Fiscalización (OFS).

Digo, hay señalamientos concretos hacia dos diputados, muy activos a últimas fechas (y por tanto fáciles de identificar) quienes exigieron eso, dos mdp (uno para cada quien).

No me crea mucho, pero allá por donde hornean los mejores muéganos del mundo se dio dicho intento de extorsión. El alcalde, respaldado por la seguridad de su tesorería, rechazó caer en las garras de aquellos, a quienes justo al final de su aventura depredatoria como legisladores, les asistió un talento desconocido antes, o sea, el manejo de los medios de comunicación.

Mira, un día lanzaban un discurso incendiario en la tribuna, o de plano lo hacían aprovechando sus relaciones con comunicadores.

Al día siguiente, era segura la llamada del alcalde equis o ye, reclamando espantado que lo etiquetaran como un ratero.

La cosa era esperar a que esos medios, ávidos de notas, sustrajeran más información por su cuenta. Y todos ganaban.

Los medios, lectores. Esos diputados, miles de pesos, favores, plazas, licencias y, cuanto producto del cochupo se pueda usted imaginar.

Por eso, cuando Aristeo Calva, elevado a la quinta potencia de la moral, propuso tasar los sueldos de alcaldes, se le cayó el teatro, pues cómo no.

Por eso el convergencista José Juan Temoltzin, anda tan chirrisco con tirios y troyanos.

Para fortuna de todos, esta desangelada legislatura está en la última fase de su cuarto menguante. Que la alternancia no traiga consigo a este tipo de alimañas, con la cruz en la diestra y el acero en la siniestra.

Me apena ver a ciertos legisladores con tantas ganas de trascender en la vida del estado, pero sometidos al colectivo cómplice, cual gajo del crimen organizado, donde nadie hace más que lo permitido por la conciencia del grupo.

Y la conciencia anda en manos de una facción, esta palabrita tan de moda a últimas fechas.