En breve el PRI en Tlaxcala se enfrentará a una disyuntiva que sin duda puede marcar su futuro, pues tendrá que decidir en consumar la imposición de Mariano González Aguirre como su próximo dirigente o entregar esa posición a los liderazgos del ex partidazo que no quieren saber nada de figuras que sólo ven por sus intereses y que cuando les conviene dan la espalda a la militancia.

 

 

Los intentos para lograr la unidad entre los priistas tlaxcaltecas fracasaron y hoy la posibilidad de que ese partido sufra una seria fractura son muy amplias, sobre todo si la dirigencia nacional encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, insiste en dominar a la militancia para entregar el Comité Directivo Estatal del PRI al actual diputado federal, Mariano González, hijo del ex gobernador Mariano González Zarur.

 

La potosina Yolanda Eugenia González Hernández, actual delegada del CEN del PRI en Tlaxcala, está rebasada y carece de capacidad para convocar al diálogo y garantizar un proceso interno sin complicaciones, por lo que ya se rumora que en breve podría dejar el cargo para que llegue otro representante de la dirigencia nacional, aunque el propósito seguirá siendo el mismo, es decir, imponer al mencionado junior como líder a fin de que éste pueda construir su candidatura al Senado para las elecciones del 2024.

 

Si la dirigencia nacional del ex partidazo tuviera un diagnóstico serio del estado de salud del PRI y de los ánimos que prevalecen en la militancia priista, se daría cuenta que lo descrito por José Luis Ramírez Conde en una carta que entregó a sus líderes estatales y nacionales es cierto y que la división interna sería mayúscula si hay una burda imposición.

 

El ex candidato a la presidencia municipal de Apizaco, ex funcionario estatal y ex dirigente del PRI en Tlaxcala no exagera cuando asegura que el malestar de la militancia es generalizado contra sus líderes nacionales, contra el ex gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y contra el grupo de Mariano González Zarur que fue el responsable de entregar el partido a los menistas que terminaron por operar para que el poder terminará en manos de la actual mandataria ex priistas y hoy morenista Lorena Cuéllar Cisneros.

 

Si hay alguien que ha traicionado al PRI en Tlaxcala es Mariano González Aguirre que junto con su papá impuso como candidato a la gubernatura a un desconocido como Marco Mena, quien una vez que ganó las elecciones se dedicó a cerrar los espacios a los priistas en la administración estatal para después desmantelar la estructura electoral del partido.

 

Para nadie es desconocido que Mena Rodríguez terminó por amarrar a la militancia priista en los pasados comicios locales, con lo cual ésta no pudo operar a favor de Anabell Ávalos Zempoalteca candidata del PRI al gobierno del estado ni de cualquier otro aspirante a las diputaciones locales o presidencias municipales, razón por la que el ex partidazo sólo se alzó con el triunfo en 11 municipios y en una diputación de mayoría.

 

Hay ex presidentes municipales, ex diputados locales, ex dirigentes estatales y municipales del partido que han venido sosteniendo reuniones para rechazar cualquier imposición en la dirigencia estatal que hoy detenta el intrascendente Óscar Amador Xochitiotzin, sobre todo si la intención es entregar ese cargo al nefasto González Aguirre, de ahí que si se consuma esa arbitrariedad la salida de liderazgos será importante y determinante para el futuro del tricolor en la entidad.

 

Hay indicios de que la otra semana será clave para conocer el futuro del PRI en Tlaxcala, pues se habla que empezará la operación para imponer al desprestigiado Mariano González pese a la ruptura que provocará tal capricho, ya que ese bisoño político está obsesionado con seguir los pasos de su papá y llegar a gobernar su estado natal.

 

Sea una cosa o sea la otra, la realidad es que el futuro del PRI en Tlaxcala no es nada alentador. Hoy está lejos de ser una verdadera oposición y la ausencia de liderazgos es evidente.

 

Aunque no lo crea, en Tlaxcala el partido que está convertido en la oposición a Morena y al gobierno del estado es el PRD, lo cual describe claramente la crisis que están viviendo el resto de los partidos políticos en la entidad.

 

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