Si las autoridades siguen fomentando la violencia como único lenguaje, un día va a desbordar la ira.

Dip. Arnulfo Arévalo Lara (Foto: www.congresotlaxcala.gob.mx)

Hay varias clases de vividores. Los que explotan a las mujeres y cuyo único destino debe ser la cárcel; los que hacen lo mismo con los niños; los que a falta de un verdadero liderazgo estimulan el crecimiento de conflictos como el de San José Teacalco, donde nuevamente hay barruntos de violencia.

El nuevo PRI es un partido de razones, no de la infame manipulación, no de estimular la violencia en los habitantes de una comunidad ávida de descubrir las verdaderas causas del desencanto y frustración sociales que llevan a hombres y mujeres a hacerse energúmenos, a ser potenciales asesinos ocultos en el tumulto.

Por eso no entiendo el deleznable papel del diputado Arnulfo Arévalo Lara, de dejar crecer un movimiento al que nunca, nadie le va a encontrar justificación: la disputa por la disputa, la agresión por gusto, el ingobernable temperamento colectivo, capaz de matar para defender una afición al enojo.

Es ahí donde se advierte el papel perverso del señor Arévalo.

Los agresores sin rostro manejados por él, lanzaron dos amenazas:

1.- Impedir la instalación de casillas para la elección del próximo cinco de julio, como una medida desquiciada que acoja la ira, vista ya como una actitud que puede ser productiva.

2.- Condenar el papel de funcionaria que desempeñó la hoy candidata panista a diputada federal, Oralia López Hernández, como cierre anticipado de su territorio a la propuesta de una mujer que cometió el error de no pertenecer al PRI, y no porque les interese defender los documentos básicos de su partido, sino por lanzar un mensaje al panismo: “puedo ser tan agresivo como me lo proponga”.

La pachanga de alcalde que tienen

Con el tiempo se fue curtiendo en las artes de presentar oficios. Hoy, José Carcaño Sanluis, es el formidable alcalde capaz de despedir policías, liquidarlos y, luego volver a contratarlos exigiéndoles le devuelvan el finiquito laboral.

O sea, es un imbécil.

Pero ese defecto es oro molido para el señor Arévalo, porque confirma que es capaz –vaya mérito- de desatar la ira colectiva en un pueblo que corre el riesgo de emular a San Miguel Canoa en aquel negro episodio, cuyo argumento, la sinrazón, devino en el linchamiento de cinco jóvenes empleados de la Universidad Autónoma de Puebla.

Quién será más imbécil.

Me lo pregunto porque Arévalo Lara, supone que nadie se da cuenta de su perversa intención de sacar jugo electoral a la brillante acción administrativa de José Carcaño.

Crezco el problema en Teacalco y dirijo la ira a una candidata panista. Así aseguro que ese partido truena en este bastión tricolor. Este debe ser el plan urdido por míster Arévalo , quien así hace en especie su contribución al partido tricolor y, demuestra a la militancia cómo no se deben hacer las cosas para ganar una elección.