Culpar a los medios de comunicación y a los periodistas de criticar todo y oponerse a los grandes proyectos detonadores de la economía y que llevarán a la entidad al primer mundo, sólo por el simple hecho de permitir el funcionamiento un antro en la planta alta del Museo de Arte de Tlaxcala es lo más sencillo, porque en realidad los que están fallando son los funcionarios involucrados en esa decisión, ya que es obvio que están mintiendo a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.
Si la intención de abrir un bar denominado La terraza de Tlaxcala es un proyecto legítimo y apegado a la ley, entonces por qué no se informó sobre esa acción y la licitación o invitación directa que se hizo para concesionar ese espacio público, por qué empezó a operar sin los permisos correspondientes, quién es el empresario o la empresa que tiene a su cargo ese antro y cuál será el beneficio económico que obtendrá el gobierno del estado.
Valdría la pena que alguien muestre el estudio de viabilidad que justifique el funcionamiento de ese antro y cómo será que los jóvenes tlaxcaltecas se acercarán a la cultura a través de la ingesta de bebidas alcohólicas y escuchando música de moda.
Una vez más el gobierno del estado evidenció que las medidas sanitarias aprobadas por el Consejo Estatal de Salud para prevenir los contagios de Covid-19 se aplican discrecionalmente en Tlaxcala, pues durante la inauguración de ese bar registrada el pasado viernes se pudo comprobar que nadie molestó a ese negocio porque al parecer está ligado al poder, tan es así que las autoridades estatales y municipales sencillamente lo saben y por esa razón toleraron su irregular operación pese a que estaba prohibido.
Nunca se vio a personal de la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Tlaxcala haciendo su trabajo, ni a los empleados de Protección Civil exigiendo el cumplimiento de las medidas sanitarias, ni a los torpes empleados del Ayuntamiento de Tlaxcala encabezados por el alcalde capitalino, Jorge Corichi Fragoso, para intervenir y pedir el cumplimiento de las restricciones tal y como lo hizo hace unos días en una corrida de toros donde se mostró intolerante y rígido para, según ellos, evitar contagios de Covid-19.
Todas las acciones emprendidas por el gobierno de Lorena Cuéllar han terminado cuestionadas por los ciudadanos y las ciudadanas. Al lado de la mandataria estatal hay varios equipos que no se llevan entre sí y que mantienen una evidente disputa que lo único que está provocando es el desgaste innecesario de la imagen de la actual administración ligada a la Cuarta Transformación.
Me queda claro que al lado de la gobernadora Cuéllar hay funcionarios que tienen una enorme necesidad de concretar y hacer negocios al amparo del poder y que hay otros colaboradores que al ser relegados de ciertas acciones sufren para tratar de contener la ola de críticas que se generan no sólo a través de los medios de comunicación, los usuarios de las diferentes redes sociales, sino de los habitantes de la entidad que no ven con buenos ojos ciertas decisiones gubernamentales que están dilapidando el bono democrático de la mandataria.
Entre el imaginario colectivo prevalecen más los escándalos y errores cometidos que las buenas acciones llevadas a cabo por la administración de Cuéllar Cisneros, es decir, los ciudadanos y las ciudadanas se acuerdan más del uso del helicóptero para trasladar a una priista que de cualquier otro vuelo que se haya dado en esa ambulancia aérea para ayudar a un tlaxcalteca con una emergencia de salud.
Los tlaxcaltecas también recuerdan que hubo un presunto favoritismo para beneficiar a un funcionario estatal en la contratación de los autobuses destinados para trasladar a los maestros a los municipios lejanos, así como la falta de transparencia que existe en torno a cuáles son las empresas premiadas para dotar oxígeno gratuito, las encargadas de pintar los inmuebles estatales con la nueva imagen institucional, las contratadas para realizar la construcción del Complejo de Atención Especializada en Salud y Bienestar, localizado en San Matías Tepetomatitlán, municipio de Apetatitlán y la que se benefició con la remodelación de la Casa de Gobierno.
Lorena Cuéllar debe entender que todas sus decisiones y acciones pasan por el escrutinio público y que los ciudadanos y las ciudadanas difícilmente pasarán por alto los errores y favoritismos que se comentan, tal y como está pasando con el bar La terraza de Tlaxcala que opera en el techo del Museo de Arte de Tlaxcala.
El enemigo principal de Lorena Cuéllar está dentro del gobierno y no afuera.
Las acciones y proyectos de la actual administración pueden ser buenos y hasta positivos para el desarrollo del estado, sin embargo éstos no se saben vender ante los ciudadanos y las ciudadanas que sólo ven que las autoridades trabajan con sigilo y con una gran opacidad que de inmediato hace pensar que hay algo turbio.
Hace unos días le comentaba que en el gobierno lorenista prevalece la improvisación y que no termina de salir de un escándalo para entrar a otro. Hoy el tiempo me da la razón.
Es una lástima que las autoridades sigan aprendiendo y que después de cinco meses no den señales de que ya saben gobernar, pues el tiempo pasa y es obvio que sigue creciendo la mala percepción que existe en torno al nuevo gobierno.
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