Algo está sucediendo en el gobierno de Tlaxcala que encabeza la morenista Lorena Cuéllar Cisneros que las acciones buenas o positivas terminan diluyéndose, pero no porque éstas sean malas, poco efectivas o improvisadas, sino más bien por errores en las decisiones que llevan a cabo los funcionarios del gabinete legal que obviamente demuestran su inexperiencia política y administrativa.

 

 

 

Al inicio de la nueva administración, la mandataria tlaxcalteca asumió una serie de compromisos para contener y atender a los contagiados de Covid-19 al poner en marcha el programa de oxígeno gratuito para enfermos, los módulos de pruebas rápidas para detectar a infectados por ese virus, ordenar la reparación de los equipos que ayudan a la respiración de los pacientes que son atendidos en los hospitales y otras medidas.

 

Sin embargo, la urgente necesidad de ganar reflectores y demostrar que sí se está trabajando, llevó a las autoridades a relajar las medidas sanitarias y promover eventos masivos que, por más que se niegue, ayudaron a la propagación del Covid-19 y sus variantes, razón por la cual hoy se enfrenta una cuarta ola de contagios que es atribuida también al gobierno estatal por realizar el Informe de los primeros cien días de gobierno, la posada navideña y la operación de la Villa Navideña en el recinto ferial.

 

Tan es así que la gobernadora Lorena Cuéllar resultó contagiada y desde los primeros días de este año permanece aislada y en tratamiento.

 

Diciembre fue aprovechado por la administración estatal para mostrar su músculo y su trabajo, tanto que el Consejo Estatal de Salud permitió los excesos a lo largo y ancho del territorio tlaxcalteca, pese a que ya había voces que venían alertando sobre la llegada de una cuarta ola de contagios de Covid-19.

 

El secretario de Salud, Rigoberto Zamudio Meneses, guardó silencio y formaba parte de los eventos masivos. Nunca expresó alguna recomendación pública para mantener las medidas sanitarias impuestas por la pandemia, de ahí que sus exageradas recomendaciones avaladas hace unos días por el Consejo Estatal de Salud para evitar la propagación del virus como exigir el certificado de vacunación a los ciudadanos y ciudadanas para ingresar a lugares públicos o centros comerciales resultó contraproducente, al igual que limitar la operación de ciertos negocios.

 

Tan es así que la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Tlaxcala a cargo de Francisco Jiménez Campos tuvo que salir a calmar el malestar que se estaba generando y aclarar que ante “la dificultad que tienen alguna personas para obtener su certificado de vacunación Covid-19 se permitirá el ingreso a los centros comerciales y demás establecimientos, con el comprobante de vacunación”.

 

Otra funcionaria que busca el protagonismo sin medir las consecuencias de sus acciones es la secretaría de Turismo y también responsable del Patronato de la Feria de Tlaxcala, Josefina Rodríguez Zamora, quien se moría de ganas por demostrar que es una dinámica e inquieta servidora pública capaz de organizar eventos de gran impacto.

 

Sin darle mucha importancia a la pandemia, la joven empresaria decidió organizar la Villa Navideña 2021 que generó 32 millones de pesos y una afluencia de 218 mil visitantes que disfrutaron de más de 200 eventos culturales, musicales, recreativos, deportivos y gastronómicos totalmente gratuitos, logros de los que nadie habló y prácticamente pasaron desapercibidos porque a los tlaxcaltecas no le interesa ese tema en este momento.

 

El afán protagónico de algunos funcionarios estatales les impide ver que carecen de experiencia en la administración pública y en el ámbito político. Quieren comportarse como si estuvieran en sus negocios o en la medicina privada, pero no es posible porque sus decisiones tienden a pasar por el escrutinio público que termina por decidir si están bien o están mal.

 

La administración pública tiene sus tiempos y sus ritmos. Cualquier decisión debe pasar forzosamente por el matiz político a fin de conocer si es el mejor momento y la mejor opción, porque no todo lo que se quiere o se desea se puede concretar.

 

El gobierno de Lorena Cuéllar ha hecho cosas buenas y destacables, pero está tan acelerado y revolucionado que no posiciona nada ni logra consolidar ninguna acción positiva.

 

La administración lorenista ha emprendido acciones buenas, sin embargo éstas son opacadas o nulificadas por alguna mala decisión o acción de un inexperto funcionario, como fue el caso del helicóptero que se destinó como ambulancia aérea, pues bastó con que se supiera por el secretario de Salud, Rigoberto Zamudio, que fue utilizado para transportar a la ex dirigente del PRI de Tlaxcala Linda Marina Munive Temoltzin después de tener un accidente automovilístico en el estado de Morelos, para que los ciudadanos percibieran que se brinda ese servicio a los amigos.

 

La mandataria tiene legitimidad y no necesita demostrar nada a nadie. Obtuvo en las pasadas elecciones más de 300 mil votos de ciudadanos que la respaldan, por lo que debe entender que su gobierno durará seis años y que necesita administrar sus acciones y logros.

 

La necesidad urgente de dar resultados en el corto plazo la está llevando a cometer pifias que si bien en estos momentos no están representando un grave problema, lo cierto es que de continuar esa tendencia el desgaste se acelerará y el bono democrático se le agotará antes de lo que se tenía previsto.

 

El gobierno del estado debe serenarse.

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