Pensar que el problema de la inseguridad en el estado y en los municipios se resolverá sólo porque las autoridades cambiaron y porque llegaron nuevos jefes policiales resultaría muy simplista, cuando en Tlaxcala se registra una tendencia a la alza en la actividad delictiva prácticamente desde el inicio de la pasada administración que encabezó el priista Marco Antonio Mena Rodríguez que fracasó y entregó una entidad con cifras que hoy son utilizadas para tratar de culpar al gobierno de la morenista Lorena Cuéllar Cisneros.
Ningún nuevo gobierno por muy capaz que sea tiene la solución mágica para combatir y cambiar radicalmente la percepción de inseguridad en 50 días como hoy la oposición a través del PRD y el PAN y unos críticos por conveniencia pretenden que se haga o suceda, sin que lo anterior quiera decir que se deben ocultar o minimizar los hechos registrados en los últimos días.
Los homicidios dolosos, los asesinatos de mujeres con características de feminicidios, así como sucesos lamentables como el de la persona encajuelada y quemada al interior de un vehículo en Apizaco y el ataque armado a una patrulla de la policía estatal en el municipio de Tenancingo, necesariamente demuestran que el secretario de Seguridad Ciudadana (SSC), Alfredo Álvarez Valenzuela y la procuradora de Justicia en el estado, Ernestina Carro Roldán, deben reforzar su estrategia de seguridad y tratar de romper con la negativa tendencia que heredó el mal gobierno de Marco Mena.
No se trata de justificar a las nuevas autoridades tanto estatales como municipales que ya son las responsables de la actual situación que priva en Tlaxcala, sin embargo lo prudente sería darles un tiempo para que traten de cambiar las cosas, aunque si fracasan en ese lapso también tendrán que asimilar su incapacidad y las críticas que se generen por sus desaciertos.
De acuerdo con la información dada a conocer ayer por el diputado del PRD, Juan Manuel Cambrón Soria, el crecimiento exponencial en delitos de alto impacto en la entidad ha sido la constante en los últimos tres años, pues tan sólo en los últimos ocho meses del año y según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en Tlaxcala se han registrado 272 asaltos violentos a mano armada, 8 feminicidios, 96 homicidios, y 9 secuestros.
El PRD y el PAN aprovecharon los últimos hechos violentos y lanzaron fuertes señalamientos contra el gobierno de Lorena Cuéllar, lo cual no debe sorprender porque era evidente que la oposición real en Tlaxcala recaería en esos dos partidos políticos, ya que el PRI y su dirigente estatal, Noé Rodríguez Roldán, están sometidos a la órbita de influencia de la actual mandataria, al igual que los diputados locales del ex partidazo que al parecer están en la postura de evitar confrontaciones.
Sin embargo, llama la atención que ningún funcionario estatal como el actual secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, o algún diputado local o federal o dirigente de Morena hubieran salido a la defensa de la administración lorenista y de la Cuarta Transformación, es como si todos estuvieran cuidando su carrera y su proyecto político al igual que sus propios intereses para no entrar en desgaste.
Pareciera que no fuera importante evitar el golpeteo mediático a la nueva administración estatal.
Un punto vulnerable para el gobierno de Lorena Cuéllar es la seguridad. Si la mandataria tlaxcalteca quiere evitar el golpeteo y los señalamientos negativos, está obligada a reforzar la estrategia de su administración en ese rubro, porque de lo contrario la oposición tendrá una bandera atractiva para deslegitimar su naciente gobierno que sigue sin dar color en otras áreas.
El reto no es fácil y la tarea es complicada, de ahí que los lorenistas deben aplicarse a fondo.
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