Sólo unos cuantos lorenistas del círculo más cercano a la hoy gobernadora electa tenían muy clara la película y sabían su final.

 

 

Se cumplió la proyección y el pronóstico de ganar los comicios de gobernador del pasado 6 de junio con más de 300 mil votos, sin embargo esos estrategas saben muy bien que esa cifra se alcanzó por el arrastre del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de Morena y el de la candidata Lorena Cuéllar Cisneros.

 

Si se hiciera una revisión y una auditoría interna al trabajo que realizó el equipo de la hoy gobernadora electa, se comprobaría que las estructuras lorenistas fallaron y fueron rebasadas por la alta participación ciudadana (estimada en 65.65 por ciento), que el ejército encargado de vigilar y defender las casillas y el proceso volvió a fracasar para tener y recuperar las actas de la elección y que el resultado que les permitió sumar 305 mil 468 votos fue gracias a que los electores y las electoras de Tlaxcala aún fueron fieles al proyecto de la Cuarta Transformación que impulsa López Obrador.

 

Nunca faltarán los convenencieros y los arribistas que antes veían una elección cerrada y competida y que ahora no se cansan de lanzar elogios y alabanzas a la próxima gobernadora por ser la que más votación ha logrado en la historia de Tlaxcala.

 

En circunstancias diferentes y si en Tlaxcala también se hubiera hecho presente el hartazgo hacia la administración del presidente López Obrador que se registró en otras partes del país incluida la Ciudad de México, es muy probable que la contienda por la gubernatura se hubiera cerrado, al igual que los comicios para las diputaciones federales y locales.

 

Hoy todos hablan de los 305 mil 468 votos que obtuvo Lorena Cuéllar, pero nadie quiere destacar los 231 mil 424 sufragios que sumó la priista Anabell Ávalos Zempoalteca junto con la coalición “Unidos por Tlaxcala” que integró el PRI, PAN, PRD, PAC y el PS, los cuales se lograron sin contar con el respaldo económico de otras elecciones y sin la estructura del ex partidazo incrustada en las dependencias del gobierno estatal.

 

Cuéllar Cisneros puede presumir que 48.6 por ciento de los tlaxcaltecas que acudieron a votar el 6 de junio lo hicieron por ella, sin embargo la futura mandataria no debe perder de vista que más de 300 mil ciudadanos y ciudadanas del estado sufragaron por un proyecto distinto al suyo y que ese número importante de habitantes no sólo le exigirá resultados en el corto plazo, sino que será crítico y denunciará cualquier incumplimiento, exceso o acto de corrupción que se registre en la próxima administración estatal.

 

Los ciudadanos y las ciudadanas no son como los políticos que tienen la habilidad de cambiar de chaqueta y de convicciones de un día para otro como ayer quedó demostrado en la comida que organizó Lorena Cuéllar para celebrar su victoria. En esa reunión llegaron muchos vivales y convenencieros que no se cansaban de presumir su lorenismo de ocasión, como hoy muchos quieren hacerlo a través de halagos que son tan falsos como su honestidad y profesionalismo.

 

Uno de esos incongruentes y nefastos políticos es Víctor Manuel Báez López, ex coordinador de Morena en el Congreso del Estado, lacayo del ex gobernador José Antonio Álvarez Lima y eterno opositor al proyecto de Lorena Cuéllar. Tan es así que no tuvo empacho en alzarle la mano a la priista Anabell Ávalos en plena campaña por la gubernatura y después aparecer como aspirante del PAC a la alcaldía de Zacatelco.

 

También se vio al tonto diputado local morenista Miguel Piedras Díaz, quien en los pasados comicios hizo el ridículo como candidato del PEST a la presidencia municipal de Apizaco, el mismo que aprovechaba cualquier reunión para hablar pestes de la hoy gobernadora electa.

 

Por lo pronto, le cuento que al interior del lorenismo ya hay una guerra de baja intensidad entre los diferentes grupos que desde ahora se disputan las principales posiciones que habrá en el futuro gobierno.

 

Los golpes bajos, acusaciones, señalamientos, las zancadillas y los jalones de greña están a la orden del día, quizá por esa razón se perfila el morelense Luis Antonio Ramírez Hernández, coordinador general de la campaña, como el que encabece el equipo de transición de la gobernadora electa, Lorena Cuellar, nombramiento que si se confirma caerá muy mal porque está comprobado que ese aprendiz de político y estratega es muy limitado y que tiene una visión muy corta.

 

Lorena ganó y desde ahora se empezará a escribir una nueva historia para Tlaxcala. En unos meses veremos qué tan diferente será su gobierno a los que ha tenido el PRI, el PAN y el PRD en el estado.

 

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