Ávida de sentir y aprovechar el poder, Lorena Cuéllar Cisneros, se apresuró a enviar mensajes y dejar en claro que a partir de ayer la que manda en Tlaxcala es ella.

 

 

Sin esperar los plazos legales para verificar si algún contrincante impugnaba la elección de gobernador que vence el próximo jueves, la futura mandataria estatal asumió que su caso está cerrado y que nadie evitará que desde ahora tenga un papel protagónico en la entidad que siempre soñó gobernar.

 

Los asesores legales de la virtual gobernadora coinciden en que los contrincantes carecen de elementos para impugnar los comicios del pasado 6 de junio donde Cuéllar Cisneros logró sumar 305 mil 468 votos. Incluso el asunto de los topes de campaña (casi siete millones de pesos) está cuidado, pues la campaña de la coalición “Juntos Haremos Historia en Tlaxcala” gastó dos millones de pesos menos a lo permitido, situación que el Instituto Nacional Electoral lo ha validado.

 

Al día siguiente de haber recibido su constancia de gobernadora electa por parte del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones, Lorena Cuéllar decidió mostrar un rostro y una actitud diferente. De entrada presumió la reunión que sostuvo en su casa con una dócil y servil secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, quien antes de que la ex delegada de la Secretaría de Bienestar ganara los comicios solía mostrarse soberbia, engreída y hasta grosera.

 

Horas más tarde, Cuéllar Cisneros sostuvo otra reunión con el aún gobernador de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, a fin de iniciar con los trabajos de transición. El encuentro se celebró en Palacio de Gobierno y resultó evidente el servilismo de los actuales funcionarios estatales como el torpe y gris secretario de Gobierno, José Aarón Pérez Carro, quien demostró tener buena mano para desempeñarse como mayordomo.

 

A Mena Rodríguez se le vio disminuido en presencia y poder, tan es así que ni siquiera pudo oponerse a posponer unos días más el proceso de entrega recepción, al menos hasta el viernes de esta semana para que se confirmara que no hubo ninguna impugnación y que el caso de la elección de gobernador en Tlaxcala era ya un asunto consumado.

 

Ayer le comentaba que las grillas, golpes bajos, acusaciones, señalamientos, las zancadillas y los jalones de greña entre el equipo lorenista eran la constante, lo cual quizá ya cobró su primera víctima porque todo hace suponer que el ex panista Sergio González Hernández logró quedarse con la pelada coordinación del equipo de transición, posición que el disminuido morelense Luis Antonio Ramírez Hernández, coordinador general de la campaña, quería detentar y controlar.

 

En la comida que Lorena Cuéllar ofreció el pasado domingo para celebrar su triunfo y la votación histórica que alcanzó, los que le estuvieron compitiendo en selfies y abrazos de los cientos de asistentes fueron los “vicegobernadores”, Sergio González y Homero Meneses Hernández, quienes ha si fueron calificados por los asistentes al ver su enorme ego y su inexplicable protagonismo.

 

Es obvio que la campaña política ya quedó atrás y que la nueva gobernadora al parecer tiene una memoria muy corta. Hoy agradece a Marco Mena por mostrar voluntad para la entrega recepción y para construir una gobernanza, pero hace unos días no lo baja de un delincuente electoral y de estar metido en los comicios para apoyar a su contrincante la priista Anabell Ávalos Zempoalteca.

 

Hoy la morenista confía en que haya diálogo institucional durante este proceso entre su equipo de transición y los secretarios de las diferentes dependencias estatales para realizar un trabajo colaborativo y transparente, pero en plena campaña se quejaba del enorme desfalco de casi 19 mil millones de pesos que según ella heredaría de Pensiones Civiles.

 

No cabe duda que las campañas son una pantomima porque la realidad demuestra que el poder y la ambición cambian a las personas y a los políticos. Los que antes se odiaban hoy son los grandes camaradas, los que antes no se cansaban de criticar y hacer cientos de acusaciones hoy tiene prioridad en las entrevistas.

 

Absurdo, pero así es la vida.

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