A estas alturas nadie cree en el semáforo epidemiológico del gobierno federal, el cual es avalado por la administración estatal porque establece las acciones a seguir en la nueva normalidad, mismas que en los hechos resultan ridículas porque las medidas sanitarias y el confinamiento social en Tlaxcala siempre han sido acatadas de manera parcial, de ahí que los contagios de Covid-19 nunca se han frenado ni el número de personas fallecidas por esa enfermedad.

Pareciera que las autoridades estatales y municipales optaron por cuidar exclusivamente a sus trabajadores que fueron enviados a sus casas a guardar la cuarentena con la garantía de que no dejarían de recibir sus sueldos cada quincena, dejando en libertad al resto de los ciudadanos que por necesidad, falta de información, ignorancia o valemadrismo salieron a las calles provocando que el virus se propagara sin ningún control.

El hecho de que Tlaxcala pase del color rojo al naranja en el semáforo epidemiológico no tiene ninguna relevancia o importancia para la mayoría de los ciudadanos que nunca acataron la cuarentena, aunque quizás si lo tenga para el gobierno estatal y municipales que estarán obligados a reanudar labores en los próximos días.

Sin embargo, ese proceso provocará una serie de protestas e inconformidades porque en las dependencias no hay condiciones de seguridad y sanidad para evitar contagios.

Si en pleno confinamiento hubo magistrados y magistradas, funcionarios estatales y presidentes municipales que se enfermaron de coronavirus por andar en fiestas y exponiéndose, imagínese ahora que deberán regresar a trabajar cuántos casos más se tendrán de esa enfermedad.

Para nadie es desconocido que un magistrado encargado de atender cuestiones administrativas y casos de corrupción se enfermó y fue a parar al hospital de Nativitas sin llevar a cabo labores judiciales. Otro integrante del pleno de Poder Judicial que también se contagió sin estar trabajando es una conocida magistrada que destaca por sus notables altibajos y su excesivo protagonismo. Se dice que ella fue infectada por su hija que labora como psicóloga en el DIF estatal.

La pandemia afectó a todos, pero en algunos casos se llevó al extremo, al grado que ha puesto en evidencia los enormes atrasos tecnológicos que se tienen en Tlaxcala y los negocios que se tienen y que impiden implementar nuevas y modernas formas de trabajar.

Por ejemplo, el gobierno estatal dejó de operar y su capacidad de laborar en línea a través del Internet fue nula porque incluso dejó de tener ingresos, situación que también se vio reflejada en el Poder Judicial del estado.

Aunque usted no lo crea al interior del Consejo de la Judicatura y algunos auxiliares de magistrados están mostrando su total rechazo a reanudar labores porque no hay condiciones sanitarias, ni equipo ni otras medidas que garanticen la salud del personal del Poder Judicial.

Al parecer no se ha autorizado ningún presupuesto para mejorar la higiene y la seguridad de los empleados en los juzgados. Aunque se presume que hay un exceso de personal en el Tribunal Superior de Justicia, éste no está preparado para trabajar a distancia, usar tecnología y sistemas de organización.

Además, según la opinión de varios abogados litigantes, los jueces no quieren hacer trabajo para abatir atrasos, principalmente porque en estas condiciones no pueden “negociar” sentencias.

Los asuntos que se atienden en juzgados penales podrían seguir su curso con medidas de protección y sanidad, sin embargo, la presión ejercida por algunos magistrados impide sacar ese trabajo.

Todas las resoluciones de los magistrados, en segunda instancia, no requieren presencia de abogados ni de interesados, por lo que podrían dictar sentencia, incluso a distancia, pero por una extraña razón que estaría relacionada con corrupción no se llevan a cabo.

Es evidente que en Tlaxcala no quieren invertir en tecnología para permitir juicios en línea, pues tan sólo desde el 2016 el Poder Judicial no ha emitido el reglamento y tampoco ha hecho las adecuaciones a la Ley de Firma Electrónica, con las cuales se permitiría realizar juicios a través del Internet.

En fin, en Tlaxcala vivimos un desorden y el semáforo epidemiológico no sirve de nada.

Si en pleno confinamiento los contagios de Covid-19 se han mantenido e incluso aumentado, ahora que regrese a laborar la burocracia estatal y municipal veremos cuál es el comportamiento de esa enfermedad.