Nadie puede oponerse o limitar el derecho que Adriana Dávila Fernández tiene para intentar, por tercera vez, llegar a convertirse en gobernadora de Tlaxcala, pues es un anhelo válido y hasta entendible para una panista que ha encontrado en la política su lujosa forma de vivir, pero ese propósito que está lejos de ser visualizado como una obstinación, en realidad se pretende utilizar como una burda estrategia que le permita a la actual diputada federal negociar un cargo más por la vía plurinominal.
Recientemente la panista intentó victimizarse al señalar que la dirigencia del PAN pretendía excluirla de la lucha interna por la disputa de la candidatura al gobierno de estado, para luego mencionar que estaba interesada y lista para participar en ese proceso, sobre todo porque su nombre aparece en las encuestas y se ubica como la militante de ese partido mejor posicionada para encabezar la contienda, sin que eso signifique que entró en la verdadera zona de competencia.
Adriana Dávila sabe qué hace meses perdió el control del PAN en Tlaxcala y que su influencia se encuentra muy mermada no sólo en el estado, sino a nivel nacional donde el dirigente del CEN, Marko Antonio Cortés Mendoza, ha venido perdiendo fuerza ante el grupo de los 10 gobernadores de ese partido.
Hoy en día el PAN ya no es el mismo y la correlación de fuerzas y liderazgos internos ha cambiado. Los militantes con peso que apoyarían y arroparían con todo a Dávila Fernández son menos y antes de ver por una desgastada panista tratarán de mantenerse vigentes ellos, de ahí que seguramente le abrirán la puerta para la contienda interna pero sin tener la obligación de asegurarle una posición que se traduzca en un buen premio de consolación.
En octubre el Consejo Estatal y la Comisión Permanente del CEN del PAN determinarán el método que emplearán para elegir a su candidato a gobernador, el cual puede ser por designación directa, consulta interna, encuesta o un proceso abierto a los ciudadanos.
Dávila Fernández tendrá todas las garantías y condiciones para participar en la contienda interna del PAN, pero difícilmente alguien se sentará con ella para ofrecerle que se baje a cambio de asegurarle su reelección como diputada federal a través de la vía plurinominal o garantizar su llegada al Congreso del Estado por ese mismo método.
En el PAN estarán muy cotizadas las próximas diputaciones plurinominales a repartirse en el 2021. Para acceder a ellas será más que complicado, sobre todo porque ese partido espera lograr alrededor de 30 posiciones que se alcanzarían de las cinco circunscripciones plurinominales electorales en que se encuentra dividido el país.
Los que seguramente llevarán mano en esas posiciones son los diez gobernadores panistas (Martín Orozco Sandoval, Aguascalientes, Carlos Mendoza Davis, Baja California Sur, Javier Corral Jurado, Chihuahua, José Rosas Aispuro, Durango, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, Guanajuato, Antonio Echevarría García, Nayarit, Carlos Joaquín González, Quintana Roo y Mauricio Vila Dosal, Yucatán) que actualmente son liderados por Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Francisco Domínguez Servién, mandatarios de Tamaulipas y Querétaro, respectivamente, para después dejar algunos lugares al grupo de Marko Cortés que trata de mantener cierta fuerza con la alianza que sostiene con las dirigencias estatales del partido.
Además, el panismo en Tlaxcala y Puebla se encuentra debilitado y sin una fuerte presencia a nivel nacional, pues la ausencia del ex gobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas es innegable.
En Tlaxcala se ve muy complicado que Adriana Dávila pueda presionar para lograr una negociación que pudiera ver con la designación de los panistas que integrarán la lista de candidatos a diputados plurinominales, debido a que su grupo no tiene fuerza ni la presencia necesaria para disputar las primeras posiciones.
Difícilmente la actual diputada federal podrá ver cumplido su sueño de ser gobernadora de Tlaxcala. En el 2010 vio frustrada su llegada a esa posición pese a que tuvo todo el apoyo de su amigo el presidente de México, el panista Felipe Calderón Hinojosa, así como carretadas de dinero público.
En el 2016 lo volvió a intentar y nuevamente fracasó. Según ella, en el 2021 intentará esa proeza que suena imposible. Esa panista ya debería entender que una cosa es querer y otra muy distinta poder.
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