Si no sirve, que me quiten… ese fue el desafío expresado por la arrebatada candidata panista a la gubernatura; tal vez no se percata de las reacciones que en sus enemigos más peligrosos despiertan sus palabras.


Si la Presidencia decidió enviar elementos del Estado Mayor (EMP) a resguardar la integridad de la candidata panista al gobierno estatal, lo menos que debe, es ofrecer una seguridad  semejante a los restantes tres abanderados.

Se habla de un grupo táctico probablemente integrado por diez elementos a cuyo resguardo quedaría la seguridad de Adriana Dávila Fernández.

El anterior señalamiento es parte de una queja formal del candidato priísta a gobernador, Mariano González Zarur, al encontrar elementos legales para denunciar el desvío de recursos a favor de su adversaria panista.

A leguas se ve una lucha desigual. Los interesados en ganar la elección del cuatro de julio, favorecen cínicamente a una de los contendientes. Entonces, ¿qué sucedería si el crimen organizado decide atentar contra alguno de los que tienen que rascarse con sus propias uñas?

Por lo pronto, esto se convirtió en un elemento más para llevar a los tribunales.

En el mismo contexto, este domingo la candidata de progresopatlax, se dijo impulsora de la revocación de mandato. Yo creo que analizó muy bien el significado de esta declaración. Hasta la simplificó con una de sus acostumbradas alocuciones: “si no sirvo, que me quiten”.

1.- Pero por supuesto que sirve (temporalmente) a los intereses de quienes  han apostado por su llegada al gobierno. ¿En qué condiciones? No sabemos, ¿con el aval del pueblo? Tampoco sabemos, pero como buenos inversionistas, esos interesados ya hasta enviaron elementos de élite para fungir como la guardia personal de una candidata. Creo que eso es humillante para los efectivos del EMP.

2.- Esa temporalidad puede ser idéntica al tiempo que dure la Presidencia del “aiga sido como aiga sido”, cuyo tercer tercio en el poder va de la mano con lo que puede ser un amargo despertar, fuera en 2012 de Los Pinos, según la mayoría de pronósticos, incluyendo a los de un sector cada vez más amplio de Acción Nacional.

3.- Así que a los otros patrocinadores de esta causa –que ha tenido que aceptar cuanta condición le han impuesto – les han brillado los ojos al ver la decisión con la que la inminente gobernadora (según ella misma) está dispuesta a renunciar al cargo que obedece a tantos intereses. Alguien le puede tomar la palabra cuando temerariamente propone que “la quiten si es que no sirve”.

4.- ¿Y qué tal si de veras no sirve?

¿Cuándo será el día en que Tlaxcala despierte con una (todavía) candidata que exprese cordura, no ruptura?

Ojalá pronto. Porque si bien la señora Dávila ha reconocido un aprendizaje a marchas forzadas en un tiempo para replay, debe estar consciente de la enorme cauda de colaboradores (unos de mala fe y otros de peor) que analizan cada palabra expresada, cada oferta planteada, cada falta cometida. Y las anotan con avidez en una libretita así de chiquita para que nadie la vea, pero así de venenosa en su momento.

Rodeada de una guardia pagada (según marianoglez) por la Federación, la Dávila enfrenta ahora una nueva versión del mal que habitualmente la sigue: los excesos. Aceptó encabezar una lucha desigual y comprometió la médula de su espina dorsal a los operadores políticos, otrora motivo de gruesos expedientes, usados por ella para amagar con acabarlos.

La intolerancia de los herederos de ESP

Era de esperar que Guadalupe Sánchez Santiago, abandonara en forma majadera y ridícula el homenaje a su padre, el gobernador Emilio Sánchez Piedras, en el aniversario XXIX de su desaparición. Ni los organizadores, ni la memoria del ilustre priísta se merecían la presencia de esa especie de estrellita de televisa, para la cual la nueva clase política está conformada por puros nacos, pobres y feos…