Cada día que pasa crece el pesimismo y es más grande la decepción en torno al gobierno de Marco Mena que navega sin rumbo. La nueva administración estatal resultó ser una escuelita para que un trío de académicos aprenda a gobernar, porque es evidente su inexperiencia y sobre todo su ineptitud.

escuelita

Un gobierno alternativo es el que existe en Tlaxcala.

En el estado hay un gobernador legalmente electo y en funciones, pero éste no ejerce el poder ni mucho menos asume la responsabilidad de sus decisiones.

Evade los problemas y niega su existencia, como si hacerlo implicará la mejor solución. Dudo que eso le hayan enseñado en una de sus clases cuando curso la licenciatura en Administración Pública en El Colegio de México o la Maestría en Políticas Públicas que hizo en la Universidad de Chicago.

Aunque apenas ganó con el respaldo de casi tres de cada diez tlaxcaltecas, Marco Mena tiene la obligación de atender la seguridad, porque aunque no esté en su triángulo de prioridades es urgente que salga de su letargo en el que se encuentra y enfrente esa crisis que afecta a los ciudadanos comunes y corrientes que no viajamos en autos blindados.

Negar la realidad y ver sólo la conveniencia no es sano, porque esa actitud ofende y desacredita a un gobernador que pareciera encabezar una administración autista que a nadie convence.

Presumir un supuesto logro como es la generación de empleos en la entidad resulta una apuesta muy barata, primero porque Marco Mena se acredita un hecho que representa una inercia heredada por el ex gobernador Mariano González Zarur y segundo porque la responsable de esas fuentes de trabajo ha sido la iniciativa privada y no el gobierno del estado.

Si ese es el nivel que muestra el mandatario, es entendible porque tiene a pésimos funcionarios como la actual responsable de la Secretaría de Gobierno, Anabel Alvarado Varela, quien cada que abre la boca demuestra su limitada capacidad y que su cerebro no está conectado con su insaciable lengua.

En una entrevista que ofreció ayer a los medios de comunicación, la funcionaria estatal que sería una digna candidata para una escultura o pintura del artista colombiano Fernando Botero, se aventó la puntada de decir que el robo de combustible en Tlaxcala no es alarmante, sólo por el simple hecho de que la entidad no ocupa los primeros lugares en ese rubro.

Según esa sesuda postura, los tlaxcaltecas no debemos preocuparnos por ese ilícito que controla el crimen organizado aún no nos pone al nivel de Puebla o Tamaulipas, aunque Tlaxcala ya ocupe la posición número doce en el robo de combustible a nivel nacional y que la diputada federal con licencia omitio decir.

Para seguir con la bola de estupideces que ayer vomitó la secretaria de Gobierno, ésta balbuceo al sostener que el gobierno estatal trabaja en la prevención de este tipo de ilícitos, al igual que los de delincuencia común con más incidencia, como el robo a casa-habitación, de autos y transporte en carreteras.

Y para rematar trató de presumir que la Procuraduría General de Justicia investiga los últimos homicidios registrados en la entidad, específicamente el perpetrado contra una joven mujer de Contla.

Es obvio que la procuraduría investiga el caso y que hay una carpeta de investigación, pues hasta donde se sabe es la única instancia legalmente autorizada para llevar a cabo ese proceso, de ahí que no dice nada nuevo y sólo habla de lugares comunes para atraer el reflector y alimentar su enorme ego.

Bueno, si la inseguridad en Tlaxcala es un hecho alternativo que no existe, valdría la pena que el gobernador o la secretaria de Gobierno contestaran estas preguntas.

¿Por qué comprar vehículos con blindaje nivel III?

¿Quién usa esos vehículos blindados?

¿Es cierto que el gobierno del estado gastó más de 6.4 millones de pesos en la compra de cuatro camionetas blindadas?

Se trataría de dos camionetas Honda Pilot color blanco diamante 5 puertas y de 6 cilindros, una camioneta GMC Yukon y otra camioneta Suburban 4×4, según la información publicada en el portal de transparencia, la cual contaría con la autorización de Lourdes Temoltzin Solis, directora de Modernización de la Contraloría del Ejecutivo.

Si estamos tan seguros, por qué Anabel Alvarado viaja en una camioneta blindada y por qué a la funcionaria le gusta llegar al salón de belleza -no se para que- acompañada de su grupo de escoltas.

Son preguntas, que conste.