Se multiplican las comidas entre dirigentes nacionales de la izquierda y los anti marianistas que cada día son más.

Ahora que están de moda las comidas en restaurantes fantoches de la capirucha, dos eventos llamaron nuestra atención. El primero tendría que ver con una mesa ocupada por los viejos amigos Jesús Ortega (inamovible jefe de los Chuchos) y la ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes Rangel, como para charlar respecto al aciago destino de los tlaxcaltecas y ese gobernador que no da una.

Se supone que pusieron sobre la mesa varios escenarios, el más importante de los cuales tiene que ver con el silencio, hasta hoy, guardado por el perredismo institucional, ajeno a la influencia pejista y muy interesado en ver qué de provecho podría sacar de la inconformidad social, cada vez mayor con el impopular y lépero ejecutivo medio priísta, medio perredista y hasta probado militante panista (los nombres de él y de su hija aparecen en los registros del albiazul).

La otra reunión

Una vez terminado el compromiso con Felipe Calderón Hinojosa, al ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz, le quedó libre el camino para vender cara la convocatoria de su movimiento orticista, tan interesado en recuperar el poder.

Y como el panismo de plano está a la baja, hay que aprovechar la sinergia del pejismo y el toque de este sobre la frente de la senadora Lorena Cuéllar Cisneros, en quien tendría depositadas sus esperanzas para impulsarla hasta sacar al PRI del Palacio (¿donde he escuchado eso?).

Así que las comidas esas fantoches que le platico también tuvieron como comensal al ex gobernador Ortiz con miembros de la cúpula perredista, a quienes les parecería atractiva la oferta, como le diré, de hacer el papel de malos (se supone que los buenos serían los priístas, ¿hay dios, pues qué le espera a Mariano?) para dar puntilla al bicho amorcillado en que se ha convertido el marianismo… pero eso sí, orgulloso hasta el último día de su existencia.

En conclusión

Beatricistas y orticistas comparten el sentimiento antimarianista. Naturalmente, hay que sumar a los ex marianistas que chocaron contra pared cuando, ilusionados por haber invertido esperanzas y dinero en la causa hacendada para hacerlo gobernador, ni se los agradeció y mucho menos los empleó. De esos, hay cientos, bien enchilados y dispuestos a engrosar las filas de la resistencia…

Pero hay que tomar en cuenta un detallito expuesto en una de esas mesas: día a día crecen, bueno eso dicen, las posibilidades de que Mariano no termine su sexenio. Si por él fuese ya hubiera arrojado el arpa, pero no se lo han permitido, ni los nuevos jefes del PRI, y tanto menos los de la presidencia peñanietista.

¿La gran pregunta, quién quedaría en su lugar?

¿Ya escuchó el nombre de Lorena Cuéllar Cisneros?

Pues ahí se lo dejo. De las reuniones registradas y comentadas en este espacio, cada quién sacará conclusiones, mas la triste realidad que vive el arrogante hacendado solo es posible cubrirla con tinte y maquillaje, pues la soledad es la única resultante de los innumerables conflictos iniciados que hoy suman cientos y amenazan con desbordarse a partir del uno de diciembre.

Con razón a lo único que aspira Mariano es a una relación institucional con Peña Nieto.

Pasó la cuenta pública de Apizaco

¿Qué extraño pacto de última hora acordaron el alcalde de Apizaco, Orlando Santracruz Carreño y el joven verde del marianismo, Gregorio Cervantes Díaz, para que este último se convirtiera en la mano salvadora de las cuentas públicas de aquél municipio?

La respuesta la tienen los planes de mediano plazo para hacerse con las candidaturas de alcaldías y diputaciones locales. Por tanto, el diputado verde logró una importante alianza, en su proyecto por algún día rendir protesta como alcalde de Apizaco, donde ya hizo dupla con el trístemente célebre Alex Ortiz, tal vez el peor edil que se recuerde por allá.

Pero el fin justificó a Orlando los medios. El Congreso aprobó su cuenta pública y, ahora el tiene la libertad de decidir si le sigue a la alcaldía hasta el último momento o, si activa aquél plan para ceder el lugar al primer regidor, de tal forma que él pueda hacerse con una candidatura a diputado local.

Así prolongaría su vigencia hasta 2016, cuando llegue el momento de contender por la gubernatura del estado.

Esta maniobra, emocionante y desgastante, dotó a la semana que pasó de una particular pasión.

Otro aspirante a la presidencia apizaquense, el diputado panista Justo Lozano Tovar, tuvo que analizar concienzudamente la principal consecuencia de su eventual búsqueda de la silla municipal en su natal Apizaco.

En cuanto solicitase licencia como diputado local, su suplente asumiría de inmediato la titularidad y entonces él, quedaría a merced del gobernador Mariano González Zarur, quien tiene razones confesas para acabar con el atrevido cuñao de Héctor Ortiz, verdadera razón de los insomnios marianistas.

He ahí el dilema: ser (candidato) o no ser (aventado como el borras), para conservar el fuero ante el cada vez más desgastado mandatario estatal, quien según las malas lenguas daría lo que fuera para dejar botada esta chamba, tan mal pagada pero eso sí, llena de problemas (bueno eso de mal pagada se limita a cuestiones formales de nómina, deja fuera los negos).

Suspenden elección interna en el PRD

Será hasta el 11 de noviembre cuando el perredismo tlaxcalteca vuelva a las urnas a elegir a 100 consejeros locales, así como a dos consejeros y 14 delegados nacionales.

De la organización pasaron al caos cuando Víctor Briones Loranca, se opuso rotundamente a los funcionarios de casilla que atenderían la jornada y, a lo que internamente se llama el proceso de encarte de la información.

De fondo, en este jaloneo van las diputaciones plurinominales, a las que grupos y líderes se sienten con todo el derecho.

Deberían ponerse de acuerdo porque está visto que son tan incapaces de ponerse de acuerdo que, sus buenos resultados en las urnas generalmente han sido logro de personajes externos (Sanchez Anaya en 1998 y Lorena en 2012) a cuyos saldos personales cargan los fracasos y además una especie como de derecho personal de chantaje.