Parece una carrera contra el tiempo para demoler la imagen de un tricolor que cambia su postulado de Justicia Social, por la defensa de lo indefendible, encarnada con frecuencia por una rara dirigencia estatal, a escasos sesenta días de la elección federal.

Un viejo periodista recordaba no hace mucho sus pinacates años mozos y las tantas aventuras con un contemporáneo suyo, hoy bastante encumbrado. Los dos, pertenecientes a una clase pudiente en Apizaco se divertían de lo lindo haciendo travesuras con un sello demasiado personal.

Según el escribidor, bastante entrado en años y con la evidencia de un tabaquismo incurable, las cosas de las cuales más gustaba su mozalbete compañero, consistían por ejemplo, en ocasionar la caída de los lecheros, “ja, ja, ja… qué divertido ver como su producto corría por la calle”… ah, y ni qué decir de los panaderos, cuyos canastos y lo que llevaban dentro, iban a dar a la terracería, de las polvorientas pero muy bien trazadas avenidas de ese Apizaco ferrocarrilero, al que llegaba a pasarla bien esta clase de chamacos, el equivalente a los ninis de hoy día.

Consumir tazas de café y acabar con la cajetilla en alguna de las mesas de Los Portales, permite a uno relacionar gracias a la plática de tan agradable compañía, el gusto perverso de aquél casi adolescente, con acciones adictivas tan malas como derribar lecheros, panaderos y señoras de edad… en ese Apizaco de nuestros recuerdos.

Hoy, lo que le divierte es dejar a la gente sin trabajo. Y no nada más por el hecho de verlos desempleados, sino por las consecuencias de mediano y largo plazos que ello representa.

¿Raro, verdad?… sentir placer con la desventura de los demás.

El acuerdo sobre racionalidad y austeridad

A lo mejor el gusto de anunciar la activación de la gran guillotina de burócratas pudo darse después del uno de julio.

No habría tenido chiste, porque el daño quedaría a medias.

Es mejor, por ejemplo acabar de un tajo con el esfuerzo de su partido político, el PRI.

Pero antes, hubo que ver la cara de aflicción de aquellos potenciales desempleados cuya cabeza se incluyó en la perversa lista en función del formidable Acuerdo Sobre Racionalidad y Austeridad en el Gasto Público 2012.

No sé porqué, pero encontré un parecido notable entre el rostro desconsolado del lechero aquél que le platico, derribado en Apizaco por aquellas adolescentes manos furtivas, y el de cientos de próximos desempleados, quienes junto con sus familias habrán de permitir al estado ahorrar cien millones de pesos, que a su vez se convertirán en la gran inversión del gobierno-gerencia de Tlaxcala, sí hombre, el que deja sin comer a muchos para darse el gusto de invertir en obras bien chidas.

Es claro. Lo que a muchos desconsuela, a uno lo llena de júbilo.

La medida no es nueva

Ya el año anterior se puso en marcha esta famosa, “operación guillotina”. Pero, muchas muchas obras, le juro que no las he visto.

Tal vez usted criticará mi astigmatismo, pero por más empeño aplicado no logro visualizar la prometida transformación a costa de los tremendos recortes de personal.

¿Imagina usted el doloroso cambio de percepción de aquellos empleados marianistas, o bien dispuestos a marianizarse, cuando les anuncian que esta será la última quincena?

Bueno, pues esos afectados tienen familiares solidarios. O sea, votos perdidos.

Puede mucho la carga negativa de quien toma las decisiones disfrutando el sufrimiento colectivo.

Lo malo es el revertimiento.

Sí porque, mire usted: el mandamás ha procurado los mejores puestos a sus descendientes. Imagine la cara de estos si a papi lo dejan sin trabajo. Y en consecuencia ellos tuvieran que buscar un verdadero empleo para sobrevivir (bueno dicen que trabajan… si a eso que hacen le llamas trabajar).

¿Verdad que dejar sin chamba a la gente no llama a labrar un busto, ni siquiera de arcilla?

Pues aquellos desempleados para dar gusto a la administración gerencial de las ocurrencias, tienen todo el derecho de saber en qué se invirtió el dinero de las quincenas que les fueron negadas.

No todos están inermes

Nada más llegó a los oídos de los maestros del SNTE la intención de ahorrar a costa de sus bonos y, en cuestión de horas danzaron los millones en la Secretaría de Gobierno para despresurizar ese coraje.

Solo así los observamos quietos el primero de mayo.

Ello significa en lo subsecuente, que el gremio amenazado en su patrimonio por la ocurrencia elevada a decreto y publicada en el Periódico Oficial, deberá defender sus pesos como perro (¿?) o limitarse a ver cómo el alto mando se da gusto destruyéndolo.

Esta política de austeridad, opino, no es factor de mejoría en el nivel de vida de los tlaxcaltecas.

Además se anuncia con la arrogancia propia de los que joden a la mayoría pero no ponen en riesgo su fuente de ingresos, y en plena víspera de la elección.

La maldad magnificada del chamaco que derribaba lecheros.

De otra forma no se puede entender esta, ¿lógica?, ni siquiera con cara de inmolación, sino de un divertimento a consecuencia de las lágrimas conseguidas.

Ah… con el extraño placer del que manda.