El mandatario de Tlaxcala limitó una comparecencia mediante la radio estatal a un ejercicio justificatorio a la hora de abordar los temas de productividad y creación de empleos. En términos reales, en este trecho, hay pruebas de un grave decrecimiento.

El gobernador Mariano González Zarur, tuvo este martes una breve comparecencia ante sus gobernados a través de las frecuencias de la radio estatal.

Y de la economía, tema fundamental que respondería a la expectativa generada, limitó a los acostumbrados anuncios de bajo perfil lo que el respetable aguardaba respecto a cómo se ha movido el precursor del regreso del antiguo PRI al poder: “trabajamos para lograr recuperar la confianza de los hombres de negocios, con la meta de atraer más inversiones a la entidad”.

Pues ese es un deseo vigente, incluso antes que González tomase el timón. Tuvo medio año para convencer hombres de negocios, y nada. Hoy, tras cien días al frente… debemos limitarnos a escuchar sobre el trabajo enfático de promoción intensa entre los inversionistas para atraer capitales y generar las fuentes de empleo que demanda la ciudadanía, según lo difunde la administración marianista.

A la fecha, ni hombres de negocios convencidos de traer su dinero a Tlaxcala, como tampoco gestiones robustas ante el gobierno federal para detener la estrepitosa caída en materia laboral.

El PRI evocativo de los tiempos idos vistió con una devaluada retórica –pues es verbo repetitivo- una suerte de informe encargado a algún delegado municipal o, si acaso a cierto alcalde con más entusiasmo que logro tangible.

Son odiosas las comparaciones, pero si vemos la multimillonaria gestión de nuestro gobernador vecino, Rafael Moreno Valle Rosas, incluso del alcalde de Puebla, Eduardo Rivera, quedamos pasmados, pues en realidad el mandatario de Tlaxcala, planteó un panorama regresivo.

Cien días de gobierno para el avance cero en materia económica y la descripción detallada de lo poco en que se ocupó el nuevo concepto burocrático –porque algo tenían que hacer- da como resultado un gobierno oneroso, por lo improductivo; decepcionante, por su reiterada proclividad al conflicto y, en el peor de los casos, de tomadura de pelo, porque, ¿dónde quedó la agresividad del tigre priísta… acaso en esta muestra del alumno que no hizo la tarea y ha de congraciarse con el excesivo futurismo?

Cien días, como si fuesen diez.

Pues en un lapso menos prolongado, un equipo coordinado –aun cuando laxo- observaría los mismos resultados en los capítulos de: campo y el rechazo al uso de la semilla transgénica, tema irrelevante de origen, de haber captado a tiempo la médula social del sector; seguridad y las protestas contra una tiranía con nuevos elementos de obscuro expediente en cuyo haber detonaron las desapariciones –para no llamarlos secuestros- ejecuciones, robos, todo dentro de la pérdida de confianza, dados los antecedentes turbios de quienes llegaron a sentar sus reales.

Mariano condena la extorsión y el chantaje, pero los aplica para mover a fuerza a un enorme híbrido burocrático, empobrecido y maltratado, con avances cero y, más bien un evidente retroceso para cumplir con el gusto ególatra de un amo que a la fecha ha resultado poco gobernador para un estado que hace rato lo rebasó.

Suelen en ciertas instancias del gobierno marianista colocar milagros de carácter partidario a la crítica, ganada a pulso por la inacción.

Si los hechos hablasen de un avance incuestionable y, no las prolongadísimas sesiones de culto a la persona de quien llegó a palacio para abrir una extensión de sus dominios a título personal, como lobo estepario, en sus mismas palabras, el recuento de logros dominaría el actual momento de las justificaciones debido al retroceso.

Y no caeremos en un exceso al solicitar respetuosamente al gobernador de Tlaxcala un poco más de sustancia a cien días de desempeñar el cargo conferido por un pueblo esperanzado en mejorar y no en empeorar.

La tenencia cero, la limpieza de los márgenes del Zahuapan, la limpieza de jagüeyes, la aportación en la nueva legislación contra la trata de personas y, la permanente limpia laboral, con más cara de exterminio de una corriente política en el destierro, no deberían ser todo el contenido de este trecho llamado por muchos la luna de miel de todo gobierno.

Mariano es gobernador en una etapa de plenitud y no se le ven formas para revertir los datos de decrecimiento productivo y laboral, tan cuestionados por él mismo, en campaña y ya en el poder.

Con respeto a su investidura, planteamos de forma laxa que al día de hoy el estado de Tlaxcala es demasiado para el poco gobernador que resultó el priísta Mariano González Zarur.