El conflicto entre normalistas y el gobierno del estado de Tlaxcala entró en un impasse, gracias a la eficiente operación de la administración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo que recurrir a los buenos oficios de Mario Alfonso Chávez Campos, Director General de Educación Superior para Profesionales de la Educación de la SEP federal, para contener el gran malestar que existe de las estudiantes con las actuales autoridades.

 

 

Después del enfrentamiento del pasado jueves entre normalistas y policías estatales que habría dejado una estudiante tlaxcalteca muerta, el gobierno federal optó por hacer a un lado de las negociaciones a los secretarios de Gobierno y de Educación Pública, Sergio González Hernández y Homero Meneses Hernández, por ser ubicados por las alumnas como los principales responsables de la represión, la intimidación y la cerrazón para llegar a acuerdos.

 

Días antes, Sergio y Homero utilizaron al gorila de Guadalupe Ballesteros Arellano, secretario técnico de la Secretaría de Seguridad Ciudadana para amedrentar a las estudiantes que exigían la destitución de la directora de la Normal Rural “Lic. Benito Juárez” de Panotla y otros privilegios como zapatillas y tenis de marca, lo que hizo imposible reanudar las mesas de negociación.

 

Y para complicar más las cosas, Homero Meneses también ordenó suspender la entrega de alimentos a la institución educativa, porque según él sería sancionado por las autoridades fiscalizadoras por autorizar ese “gasto indebido” cuando las normalistas no estaban en clases.

 

Lo anterior dió el pretexto ideal para que las normalistas realizarán el robo de refrescos de un camión repartidor ubicado sobre la carretera de San Martín Texmelucan a Tlaxcala y también para saquear una tienda de conveniencia.

 

La policía intervino y se registró una refriega donde salieron a relucir bombas molotov y cohetones que generaron tanto miedo a los apanicados funcionarios que el cuerpo de seguridad de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros recurrió a la formación “diamante” para sacar a la mandataria de uno de los salones del centro expositor donde sostenía una reunión de trabajo con su gabinete legal y ampliado.

 

Se vivieron minutos de confusión y de intensa adrenalina. Guadalupe Ballesteros no dejaba de sentirse el héroe de la película y ordenaba a sus gorilas disfrazados de policías dar toletazos por aquí y por allá, así como también pedía que se lanzaran gases lacrimógenos a las normalistas para que entendieran quién mandaba.

 

El descontrol fue mayúsculo y el desbarajuste tal que mientras las autoridades se quejaban de que tres policías habían sido lesionados al igual que ocho patrullas, las normalistas solicitaban una ambulancia para trasladar a una compañera de nombre Beatriz N. por presentar golpes que finalmente le quitaron la vida ayer domingo.

 

La normalista de 21 años de edad y oriunda del municipio de Tepetitla participó en la protesta y en los enfrentamientos de ese fatal jueves. Hasta ahora nadie sabe con precisión dónde fue golpeada y cómo sucedieron los hechos, de ahí que la Procuraduría General de Justicia en el Estado sufrirá para esclarecer la muerte de esa alumna y dar con los probables responsables.

 

A Sergio González y a Homero Meneses se les olvidó que el presidente López Obrador ha mostrado una enorme tolerancia para los desmanes que generan los normalistas no sólo en la Ciudad de México, sino en otros estados del país.

 

Es un bastión importante de seguidores y promotores del gobierno federal, por lo cual no se explican por qué ese par de funcionarios mostró tanta estupidez para sobrellevar a las normalistas de Panotla.

 

Ese jueves fatal estuvo en Tlaxcala Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, quien después de enterarse del desastre que ya se había provocado en la entidad optó por intervenir urgentemente para frenar la llegada de cientos de normalistas radicales al estado y para generar una mesa de diálogo y negociación pero sin la presencia de los soberbios funcionarios tlaxcaltecas.

 

El viernes llegó Mario Alfonso Chávez y de inmediato operó para contener el enorme malestar que había hacia el gobierno de Tlaxcala. El sábado por la noche arribaron normalistas de Oaxaca y Guerrero, quienes ayer domingo marcharon y protestaron junto con las alumnas de Panotla pero sin recurrir a actos violentos, pese a que por la mañana se confirmó la muerte de su compañera Beatriz N.

 

De inmediato se vio la mano del Director General de Educación Superior para Profesionales de la Educación de la SEP federal que sin reflectores y sin protagonismo despresurizó un conflicto que generaron y complicaron los mencionados funcionarios estatales.

 

No se sabe cuántos días durará la tregua y si el funcionario federal podrá lograr acuerdos que permitan reanudar las clases en la Normal Rural “Lic. Benito Juárez” y cancelar las demandas de las normalistas que exigen la destitución de Sergio González y Homero Meneses, quienes sólo esperan que pase esta crisis para seguir con su soberbia e ineptitud, porque seguramente se mantendrán en sus cargos para seguir cagándola como lo han hecho desde el 31 de agosto del 2021, sobre todo porque ya vieron que el gobierno federal es un eficiente apagafuegos.

 

Seguramente el gobierno estatal sostendrá que en Tlaxcala no pasa nada y que todo está en calma, pero no es así porque la pasarela de los probables candidatos morenistas a la presidencia de México se suspendió al no existir buenas condiciones para que éstos se placeen y ganen adeptos y simpatizantes.

 

El jueves Adán Augusto López tuvo su oportunidad, sin embargo éste nunca emocionó ni despertó pasiones. Ayer domingo se esperaba la presencia de Claudia Sheinbaum Pardo, la aún jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien muy probablemente provocaría más revuelo entre los tlaxcaltecas.

 

Por lo pronto no queda más que esperar el rumbo que tomará el conflicto de las normalistas.

 

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