Beatriz y Mariano ahondan diferencias. La primera sostiene una mirada fría y escrutadora en las arrogantes acciones del segundo. Es un odio generacional. * OportunidadesLa nueva adquisición de Adriana; ragalito pa’l marido…

Transcurrieron ciento diecinueve días de la elección. Tiempo suficiente para advertir el divorcio entre los dos factores tricolores que harán del próximo, un gobierno sin cohesión.

Un poco por la naturaleza de Mariano; otro, por la mirada escrutadora de Beatriz. Y, el resultado es una profunda y creciente herida. A nadie beneficia. Son sus intereses, sus lealtades, sus pactos.

Pero, se hablaba de una familia priísta plena y decidida a dejar un sello indeleble, un cambio de rumbo con evidencias asertivas. Desde hoy se siente el frío.

González, por ejemplo, carece de cualquier iniciativa para convocar a la nueva legislatura. Parece no interesarle lo que contenga sustancia paredista. Y si algo caracteriza a la nueva bancada del PRI es el culto a la persona de la lideresa nacional de su partido.

Ya veo a Héctor Martínez (quizás el beatricista más declarado), coordinando al colectivo revolucionario en la sesenta. Y advierto en sus laberintosos discursos el argumento de apoyo institucional al líder (o sea a Mariano), mas en los hechos, una espesura como densas son sus alocuciones.

Insisto en que Lorena Cuéllar Cisneros, y su vocación beatricista, tienen en la mira a la dirigencia del partido, en sus acciones de corto y mediano plazo. Y aun alzando la mano el grotesco Aristeo Calva, todos sabemos que su etiqueta orticista lo ha hecho un apestado a priori con talentos para la autopromoción.

Duele la indiferencia entre dichos entes. Mas le apuesto que no habrán de perder ocasión para fingirse el aprecio que sólo puedo entender como efímeros actos de tolerancia entre hermanos por cuyas venas fluye el desdén.

Hoy que, el gobernador electo libera códigos como: “está re difícil” (al referir la complejidad para seleccionar al gabinete) más lo habría de comprometer la necesidad de reinventar formas para aliarse con Beatriz, como lo hicieron antes del cuatro de julio.

Por los buenos tiempos, que fueron semanas antes de la elección, estos dos factores de poder deberían aminorar sus afluentes de desdén y discurrir que en el creciente odio, en tanto la misma historia evento tras evento, se torna un cielo gris, no solo para los intereses suyos, porque a un pueblo completo lo pasan a perjudicar.

Qué tal si hubiera sido

Hoy, en el reparto del botín, tras la dolorosa derrota, aflora un hambre que atropella, un apetito que no distingue sabores, nada más hace bocados lo que alcance a moverse.

Sin más esperanza que aprovechar medrando este tiempo complementario del calderonismo, la ex abanderada que no pudo derribar barreras, demuestra con delegaciones en el carrito de compras, lo que nos hubiese ocurrido de entronarse aquél cuatro de julio.

Su más reciente adquisición aniquiló a Febe, la orticista que llenó el hueco dejado por Perla López Loyo, cuando cambió de chaqueta. Es Oportunidades y la ocupa Ricardo su cónyuge, sin más preparación que un adecuado afilado queratinar.

En esta historia panista nada tiene que hacer la idea de hacer carrera en la administración. Aquí, traga más pinole el que tenga más saliva.

Este es la amarga infusión dada a nosotros los mortales mediante el aiga sido como aiga sido.

¿Sabe?, han de creer que somos unos retrasados mentales y, hasta somos capaces de aplaudir un abuso como el descrito.

Qué pena por el PAN. Qué pena por Tlaxcala.