En las últimas administraciones estatales predominaban los duelos de esgrima o las partidas de ajedrez por parte de los gobernadores para llevar a cabo los movimientos que necesitaban para demostrar su poder y garantizar la gobernabilidad en Tlaxcala.

 

 

Hoy las cosas han cambiado y pareciera que se ha optado por una forma más rupestre para enseñar el músculo político en la entidad, de ahí que se recurrió al juego de “las vencidas” como la grandiosa estrategia para imponerse sin recurrir a la inteligencia y al trabajo fino que implica ejercer el poder.

 

Pareciera que lo único que se busca en la actualidad es ganar e imponerse sólo por el simple hecho de que eso es lo que quiere la jefa.

 

Ante la falta de talento y capacidad, el colmilludo hacendado ex gobernador, Mariano González Zarur, ha empezado a moverse y tratar de conseguir posiciones que le pueden resultar más que estratégicas para un futuro inmediato.

 

Una vez que se confirmó que la renuncia del eunuco ex líder del PRI en Tlaxcala, Noé Rodríguez Roldán, fue pactada y avalada por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, quien en unas semanas o meses incorporará a otro inútil a su gabinete, los marianistas aprovechan esos “brillantes” movimientos que a los lorenistas les genera euforia y distracción para operar y avanzar en su propósito de hacerse de ciertas posiciones de poder.

 

Hace unos meses recuperaron el control del Poder Judicial y en breve podrían demostrar que conservarán el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), pues el proceso para designar al nuevo comisionado quedó en manos del PRI y de una eficaz operadora como lo es la diputada del tricolor, Blanca Águila Lima, que poco a poco ha construido los consensos para imponer al nefasto “mapache electoral” Ángel Espinoza Ponce.

 

La gobernadora Lorena Cuéllar soltó el tema y sus asesores de altos vuelos y brillantes operadores también, situación que les podría salir muy caro porque los marianistas están a un paso de conseguir que Ángel Espinoza arribe al IAIP, posición que le dará acceso a las entrañas de la actual administración que guarda bajo siete llaves la información de los proveedores consentidos, los contratos asignados, las comercializadoras favorecidas y todo lo relacionado con las compras que se han realizado y se efectuarán en los próximos años.

 

Se imagina usted lo que hará Espinoza Ponce y los marianistas con toda esa información. Seguramente montarán un espectáculo como el Circo Atayde Hermanos que tiene varias pistas y que las utiliza muy bien para distraer, pero sobre todo para llenar sus bolsillos.

 

Ángel Espinoza era la voz y ojos de Mariano González en los órganos electorales de Tlaxcala. Operaba todas las decisiones y los ataques a Lorena Cuéllar. Fue el responsable de que en el 2016 la hoy gobernadora fracasara en su intento de ganar el Poder Ejecutivo, ya que habría participado en el supuesto fraude que se cometió en esos comicios para beneficiar al gris priista Marco Antonio Mena Rodríguez, quien por cierto pronto será designado Cónsul por parte de la administración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

 

Pese a esos antecedentes, el presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso de Estado, el morenista Rubén Terán Águila, ha dejado avanzar a Ángel Espinoza sin ningún problema en el procedimiento y aunque usted no lo crea anoche ya se hablaba que ese priista marianista tenía la mayoría de votos para ser el nuevo comisionado de la IAIP.

 

De confirmarse la designación de ese personaje me quedará claro que alguien le está haciendo la maldad a la gobernadora Lorena Cuéllar y que Morena en el Congreso local es una caricatura.

 

Resulta paradójico ver a un priista como Fabricio Mena Rodríguez jalando para el lado de Morena y a un morenista como Rubén Terán Águila aliándose con la oposición representada por el PRI, el PAN, el PRD y el PAC.

 

El talento y la operación fina se han perdido en Tlaxcala y hoy lo que predomina es la fuerza para imponerse.

 

Da tristeza ver hacia dónde se mueve la política en Tlaxcala.

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