La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, adelantó en una reunión que sostuvo con los gobernadores que el mencionado semáforo podría ser estatal y regional, de ahí que ya no será obligatorio. Además, plantea dejar de nombrar “actividades esenciales” para ahora ser denominadas como “actividades asociadas a mayor o menor riesgo”.
Tras 142 días de emergencia sanitaria y de enfrentar la pandemia de coronavirus, los pronósticos del gobierno federal emitidos a través de López-Gatell Ramírez no se cumplieron. Ayer, México alcanzó las 50,517 muertes por esa enfermedad.
Si el gobierno federal avienta la responsabilidad del control del semáforo de riesgo epidemiológico a los gobernadores como parece que sucederá, éstos deberán asumir las decisiones y riesgos a seguir en las siguientes semanas, lo que implicará cargar con lo bueno y lo malo que traerá el manejo adecuado o no de la emergencia sanitaria.
Si los contagios disminuyen y el número de fallecimientos también, seguramente los gobernadores saldrán bien librados, pero si los casos de infectados se mantienen o aumentan al igual que el número de pacientes muertos, entonces los ciudadanos encaminarán sus reclamos y su descontento hacia las autoridades estatales y ya no se centrará toda la culpa hacia el gobierno federal que encabeza el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Para los tlaxcaltecas resulta preocupante que vaya a ser el gris secretario de Salud del estado, René Lima Morales, el que asuma el control y responsabilidad de las decisiones en torno a la pandemia, pues no sólo es blandengue y poco efectivo, sino que es un funcionario que suele improvisar y mentir.
Los desacuerdos en el Congreso del Estado
La parálisis legislativa ya se volvió la constante en el Congreso del Estado, donde un grupo de diputados comandados por el desacreditado morenista Víctor Manuel Báez López insiste en no acudir a las sesiones convocadas, lo que ha impedido que se saquen varios temas que están atorados como las reformas para agilizar la adopción de menores y la electoral.
Desde que se quebró la unidad en la bancada de Morena y en la llamada chiquillada, las negociaciones entre los dos grupos de diputados que se disputan el poder y el control del Poder Legislativo cada vez hace más difícil y complicada la convivencia, situación que está afectando aún más la imagen de esos representantes populares.
Un dato que a lo mejor no conocen pero que deberían tener presente los belicosos legisladores, es que en la actualidad 90 por ciento de los tlaxcaltecas no sólo se opone a su probable reelección, sino que no apoyarían a ninguno de ellos para que busque en los comicios del 2021 otro cargo de elección popular como una presidencia municipal, según el resultado que arrojó una reciente encuesta aplicada para medir su desempeño y su nivel de aprobación ciudadana.
Aunque lo nieguen, los actuales diputados locales no sólo de Morena, el PT y el PES, sino también del PRI, el PRD y el PAN se calentaron de más por la sucesión gubernamental, proceso que adelantaron con mucho tiempo y sin tener la certeza de que alguno de ellos tendría un papel importante, pues la posibilidad de que uno tenga una posición relevante o destacada en los equipos de los futuros candidatos a gobernador es prácticamente nula.
Los diputados locales se la han pasado peleando por poder y por el control del Congreso de Estado, pero no han visto que ya van de salida y que una vez aprobando o reprobando las cuentas públicas del 2019 y los presupuestos de ingresos y egresos del siguiente año, dejarán de sus útiles y nadie se preocupará por ellos ni por su futura carrera política.
Se han confrontado por nada y no terminan por ver que el poder se les ha ido por las manos sin lograr algo importante, bueno políticamente hablando, porque económicamente no se pueden quejar porque algunos ya son más ricos de cuando llegaron y otros aprendieron a gastar más, a vivir mejor y a comer y vestir esos lujos que sólo se logran cuando se tienen fuero.
Los desacuerdos en el Congreso de Estado son estériles y francamente ya dan hueva.