Ahora que a la actual administración estatal le ha dado por presumir y destacar el pedorro estudio de destrezas y habilidades que un equipo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) llevará a cabo en Tlaxcala, como un instrumento fundamental en la recuperación de empleos y la reactivación económica del estado ante la pandemia de Covid–19, valdría la pena que éste incluyera a los funcionarios de primer nivel a fin de conocer si son aptos o no porque ante sus escasos resultados está claro que están en las posiciones equivocadas.
El tiempo avanza y el cuarto año del gobierno de Marco Antonio Mena Rodríguez está lejos de alcanzar las metas y objetivos planteados antes de la pandemia. La posibilidad de tener logros es nula y nadie podrá ocultar los retrocesos que se registrarán en rubros importantes como crecimiento económico, generación de empleos y combate a la pobreza.
El mencionado estudio de la OCDE seguramente quedará concluido en los siguientes meses y su aplicación será un misterio porque prácticamente en 25 días más iniciará la cuenta regresiva de la actual administración estatal, la cual difícilmente verá los resultados de su ejecución porque en caso de ser positivos éstos se reflejarán en el siguiente gobierno que empezará funciones en septiembre del 2021.
Descubrir o conocer las destrezas y habilidades que se requieren desarrollar y apuntalar para que los tlaxcaltecas encuentren mejores oportunidades laborales y aumenten sus niveles de competitividad no es nada nuevo, pues en otras entidades como Puebla tienen años realizando esas acciones o estudios, de ahí que no representa ninguna novedad o una política pública de reciente creación que ponga a Tlaxcala como un ejemplo.
Dudo que el pedorro estudio de destrezas y habilidades realmente ayude a recuperar la deteriorada economía del estado y los más de 4 mil empleos formales perdidos en los últimos tres meses por culpa de la pandemia de Covid-19 como pretende hacer creer el inútil y degradado Manuel Camacho Higareda, coordinador del Sepuede e Icatlax, quien ahora está dedicado a vender ese espejito como la panacea que llevará a Tlaxcala a superar la crisis que enfrenta por la actual emergencia sanitaria.
El problema sanitario, económico y social que tiene Tlaxcala es más grave de lo que se imagina y visualiza ese parlanchín funcionario que no acepta que él y otros miembros del gabinete han fallado y son una decepción.
Sólo basta con ver los números e indicadores para llegar a la conclusión que su labor como encargado de Sepuede e Icatlax es mala, como fue su desempeño como secretario de Educación Pública, dependencia donde fomentó la corrupción y el desorden administrativo.
Manuel Camacho nunca ha mostrado destreza, es decir, la habilidad y experiencia en la realización de una actividad determinada, generalmente automática o inconsciente.
Pero tampoco se puede considerar como un funcionario con habilidades, si consideramos que esas características se entienden como la capacidad de una persona para hacer una cosa correctamente y con facilidad.
Si se llevara a cabo una evaluación de los funcionarios estatales, es muy probable que llegaríamos a la conclusión que muy pocos tienen la destreza y las habilidades para desempeñar sus actuales cargos.
Por ejemplo, es la fecha que el titular de la Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Vivienda (Secoduvi), Alejandro Serrano García, no puede entregar ya terminado correctamente el estadio Tlahuicole, así como tampoco el nuevo Hospital General que se comprometió a concluir la obra en julio, por lo que al paso que vamos es muy probable que el equipamiento y funcionamiento de ese nosocomio se haga en la próxima administración estatal.
Otro caso de mal desempeño es el de la secretaria de Turismo, Anabel Alvarado Varela, quien sencillamente no puede hacer que el hotel propiedad del gobierno ubicado en Atlihuetzia y que fue entregado para su administración a la cadena global Inter Continental Hotels Group que es dueña de la marca Holiday Inn abra sus puertas, mismas que cerraron en el último año del gobierno de Mariano González Zarur.
El hotel cumplirá próximamente cuatro años cerrado y su reinauguración se ha pospuesto en más de tres ocasiones. Se dice que se han invertido más de 120 millones de pesos en su rehabilitación, pero hasta ahora es un misterio conocer si empezará a funcionar este año o arrancará operaciones hasta el 2021.
A ese problema hay que sumar el cierre de otro hotel también propiedad del gobierno del estado y que se ubica en pleno zócalo de la capital.
El hotel San Francisco cerró como una consecuencia de la actual pandemia de Covid-19. Los cerca de 40 trabajadores iniciaron una huelga y hasta el momento la responsable de la Secretaría de Turismo se ha mostrado indiferente a ese problema, como si no fuera importante reabrir ese espacio que recibe a los visitantes del estado.
Podríamos seguir con ejemplos pero nos llevaríamos mucho tiempo, de ahí que mejor usted saque sus conclusiones sobre el desempeño de los actuales funcionarios.
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