Hasta ahora se desconoce si es real la invitación que recibió el secretario de Seguridad Ciudadana Eduardo Valiente Hernández para incorporarse a la Guardia Nacional por parte del titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, Alfonso Durazo Montaño, o se trata de justificar su posible salida de esa dependencia luego del evidente fracaso que ha tenido para contener la incidencia delictiva en Tlaxcala.
Resulta extraño que el oriundo del Estado de México primero haya tratado de ocultar su declaración en torno a que ya había aceptado la invitación para irse a la Guardia Nacional para después volver con ese cuento, pero con la condicionante que el gobierno federal le guardará su puesto hasta que concluya su encargo en la administración de Marco Antonio Mena Rodríguez, cuyo gobierno dejará el poder en agosto del 2021.
Lo anterior resulta poco creíble no sólo porque el gobierno federal no ha podido contener ni ha logrado disminuir el impacto de la inseguridad en el país, sino porque dudo que en sus planes esté la posibilidad de esperar 23 meses para que un funcionario tan mediocre como Eduardo Valiente se incorpore a la Guardia Nacional cuando está comprobado que como responsable de la Policía Estatal en Tlaxcala no ha dado resultados.
Otro dato que no se puede ignorar es el hecho de que Alfonso Durazo podría dejar a finales del 2020 o a principios del 2021 la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno que encabeza el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, pues su intención es convertirse a través de Morena en el futuro gobernador de Sonora.
Si su conocido Durazo Montaño ya no está en el gobierno federal para cuando termine su responsabilidad en Tlaxcala, entonces quién le abrirá las puertas en la Guardia Nacional donde según el soberbio funcionario estatal lo esperaran.
Eduardo Valiente no se siente cómodo en el gobierno de Mena Rodríguez y quizá ya percibió que el joven mandatario tampoco está contento con su trabajo, por lo que el primero pareciera que ya decidió preparar un escenario para su eventual salida de la administración estatal y así evitar señalamientos de que fue cesado o despedido por no poder con el cargo.
La percepción entre el imaginario colectivo de la entidad es que la inseguridad en Tlaxcala va en aumento y que el gobierno del estado y el responsable de esa tarea, Eduardo Valiente, han fallado rotundamente. La administración de Mena no ha encontrado al funcionario capaz de instrumentar una política de Estado en materia de seguridad que haga realidad la coordinación con las fuerzas federales y municipales.
Si el tal Valiente se quiere ir, el gobernador de Tlaxcala ya le hubiera tomado la palabra, porque al final resulta más contraproducente tener a un funcionario que simula y que dice combatir a los criminales cuando quizá ofrece las libertades que éstos requieren para llevar a cabo impunemente sus ilícitos.
Experimentar con funcionarios foráneos en el área de seguridad no ha sido lo mejor que le ha pasado a la entidad en los últimos años, ya que ni el oriundo de Campeche, Hervé Hurtado Ruiz, ni el mexiquense, Eduardo Valiente, han resultado la solución para la inseguridad que se empezó a percibir a finales del gobierno de Mariano González Zarur y que hasta hoy persiste.
Lo mejor que le pudiera pasar a Tlaxcala es que el tal Eduardo Valiente se fuera. O no.
Maldonado cumple y uniforma a personal del TSJE
Al fin se consolidó la entrega de uniformes en el Poder Judicial, proceso que sin lugar a dudas le dejó un amargo sabor a uno que otro magistrado.
El ex presidente del TSJE, Héctor Maldonado Bonilla, en su afán de lograr su “institución humana y vanguardista” decidió uniformar a todo el personal directivo, administrativo, jurisdiccional y hasta a los propios jueces, consejeros y magistrados que no pudieron dejar su investidura para que les fueran tomadas las tallas.
Hay que recordar que el ahora presidente del Poder Judicial, Mario Antonio de Jesús Jiménez Martínez, durante una sesión dijo que “para uniformes solamente los equipos de fútbol”, y que haría hasta lo imposible para no consolidar dicha entrega.
Sin embargo, el personal del área jurídica del TSJE que buscó por todos los medios cancelar el mencionado contrato con la empresa encargada de elaborar esa vestimenta se limitó a decir que éste se tenía que cumplir con el acuerdo porque estaba bien elaborado, de ahí que no les quedó otra más que prolongar la entrega de los uniformes.
Los que saben dicen que el rechazo a la idea de que todos se uniformaran se trató de un tema de egos entre las magistradas, porque evidentemente no eran de las marcas que acostumbran a comprar (por ejemplo la famosa marca española desigual predilecta de Xicohténcatl Corona) ni mucho menos salieron de las sucursales de Palacio de Hierro o ya de plano Liverpool.
Y para hablar de egos es imposible no citar de manera puntual a la magistrada Rebeca Xicohténcatl, porque ante su sentido de superioridad y del hecho de pensar que “los magistrados jamás podremos vernos como el resto del personal puesto que nos confundirían”, es prudente evocar la popular frase “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
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