El grupo de los ocho diputados que no quisieron trabajar el día en que la mayoría de legisladores destituyó a los tres comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Tlaxcala (Iaip-Tlax) no sólo ha mostrado su insultante incongruencia, sino su insaciable ambición por el dinero público que reciben, de ahí que no soporten el descuento del 50 por ciento que sufrirá su dieta.
Nadie se explica la actitud y postura asumida por algunos diputados faltistas que se lavaron las manos en la solución del conflicto que por varios meses se mantuvo en el Iaip-Tlax, pues hoy se quejan de la destitución de los tres ex comisionados Marlene Alonso Meneses, José Francisco Morones Servín y David Cabrera Canales, pero ninguno de esos legisladores locales tuvo el coraje y la audacia de presentarse a la sesión extraordinaria y defender su postura para evidenciar que sus compañeros estarían actuando mal.
Es obvio que el grupo de esos ocho diputados al no lograr su cometido de destituir exclusivamente a la presidenta del Iaip-Tlaxcala, Marlene Alonso, buscaron reventar la sesión y sin tener argumentos válidos optaron por no ausentarse, lo que les valió el descuento del 50 por ciento en su dieta de una quincena del presente mes, situación que les pareció una terrible ofensa porque su hueva y valemadrismo no merece tal castigo.
Ahora los diputados morenistas José María Méndez Salgado y Jesús Rolando Pérez Saavedra se muestran más preocupados por el recorte a su salario que por las consecuencias legales de la decisión asumida por el Poder Legislativo, al grado que hoy se ponen muy exigentes y quieren que el descuento esté justificado y motivado cuando todo saben que el segundo legislador trabaja a cuentagotas y que es el menos indicado para ponerse digno cuando su labor es tan gris como sus desgastados y feos sacos.
Pérez Saavedra le gusta simular y aparentar que trabaja, porque la persona que realmente saca la chamba que le corresponde a ese flojo legislador es el abogado Ramón Aguirre, el mismo que prometió correr y que hoy obedece y sigue como si por momentos esos dos personajes intercambiaran roles.
De prevalecer esa actitud entre algunos legisladores, no dude que pronto crezca el grupo de los diputados apestados que hoy en día muy pocos soportan y que está integrado por el iracundo y delicado perredista Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, la voraz e insaciable petista Irma Garay Loredo y el vapuleado morenista Víctor Manuel Báez López.
La aspirante con más posibilidades de sumarse a ese grupo es la diputada morenista María del Rayo Netzahuatl, quien no sólo arremetió torpemente contra la mayoría de los legisladores que si trabajan y cumplen con sus obligaciones, sino que su desempeño como presidenta de la Comisión de Finanzas y Fiscalización del Congreso del Estado es tan malo y obscuro que sin ninguna justificación ha retrasado la elaboración de los dictámenes de las cuentas públicas del 2018 de los entes fiscalizables.
El grupo mayoritario que controla el Congreso del Estado está dividido y las consecuencias de esa fractura pronto se verán.
Si los diputados locales que avalaron la destitución de los comisionados del Iaip-Tlaxcala logran mantener firme su decisión ante las autoridades jurisdiccionales, seguramente se fortalecerán y harán cambios para acentuar su poder, pero si sufren un revés legal la estabilidad del Poder Legislativo se perderá porque sus detractores tratarán de recuperar el control del Congreso local.
Por lo pronto, usted ya puede identificar claramente a los diputados locales que sólo les importa el dinero público y que no tienen ningún empacho en mostrar el cobre, quizá porque saben muy bien que su trabajo es tan malo e insignificante que al concluir su labor como legisladores nadie querrá saber de ellos.
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