Algo tendrá que hacer el PRI porque su cargado proceso para renovar su dirigencia nacional está lejos de generar interés entre sus militantes y los ciudadanos, pues hasta el momento no ha podido vender la idea de que ese partido realmente se transformará y tendrá un comportamiento diferente que le regrese la confianza y aceptación de los electores que hace un año decidió castigar a ese instituto político con un aplastante voto de rechazo.
El proceso interno que llevan a cabo los priistas resulta una vulgar simulación, con la cual los militantes del ex partidazo ligados al grupo del ex presidente de México, Enrique Peña Nieto, buscan legitimar la llegada a la dirigencia nacional del PRI del actual gobernador con licencia de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, quien resulta ser más de lo mismo porque no ofrece nada nuevo ni diferente.
En Tlaxcala la renovación de la dirigencia nacional del PRI se vive sin alteraciones o complicaciones de sus escasos militantes, pese a que hoy en día pueden presumir que detentan el gobierno del estado a través del joven mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez.
Son los mismos priistas de siempre que suelen cambiar de actitud y comportamiento de acuerdo con sus conveniencias, de ahí que Noé Rodríguez Roldán, coordinador de la campaña de “Alito” en Tlaxcala es visualizado como un viejo priista que carga el desprestigio y el enorme rechazo popular de su partido, más cuando aparece al lado de Marianito González Aguirre, hijo de ex gobernador Mariano González Zarur, el hacendado que se encargó de hacerle “la vida de cuadritos” cuando fue su subordinado.
Noé Rodríguez solicitó licencia en la actual administración estatal para dedicarse, según él, de tiempo completo a la campaña de “Alito”, siendo lo anterior una vacilada porque el proceso interno está más que arreglado, de ahí que no se han generado expectativas ni alguna otra acción que haga pensar que el PRI está vivo en Tlaxcala y con posibilidades de dar la pelea en los comicios del 2021 en que se renovará la gubernatura, las diputaciones federales y locales, así como las alcaldías y las presidencias de comunidad.
A 23 meses de las elecciones, ese partido sólo cuenta con una aspirante con fuerza para competir por la gubernatura y lograr retener para el PRI esa importante posición de poder.
Se trata de la alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca, porque los otros aspirantes que se mencionan como el actual secretario de Educación, Manuel Camacho Higareda, el titular del Sepuede, Florentino Domínguez Ordoñez, el coordinador de la campaña de “Alito” en Tlaxcala, Noé Rodríguez Roldán y la coordinadora de la celebración de los 500 años del encuentro de dos culturas, Anabel Alvarado Varela, no tienen lo que se necesita para ganar unos comicios que serán altamente disputados.
Hace un año el PRI sufrió la peor derrota en su historia en Tlaxcala, pero a pesar de eso el partido sigue inmóvil y pasmado ante un indiferente dirigente local como Roberto Lima Morales que está convertido en un enorme parásito que se ha dedicado a vivir con ciertos lujos luego de administrar discrecionalmente las prerrogativas de ese instituto político.
Antes de la primera quincena de agosto se confirmará el triunfo de Alejandro Moreno, quien seguramente alentará la renovación de las dirigencia estatales de su partido para ubicar a “priistas diferentes” que le ayuden a transformar al tricolor que en el 2021 se jugará su futuro porque se verá si tiene la capacidad de retener y ganar gubernaturas y otros cargos de elección popular o si los ciudadanos confirman una vez más que no quieren saber nada de ese instituto político ligado a la corrupción y a los excesos.
Camacho y su incapacidad
Manuel Camacho Higareda, actual secretario de Educación en Tlaxcala y experto en “negociaciones machas” no pudo con una delegación de trabajadores del SNTE de la Sección 31 que mantuvo cerradas las instalaciones centrales de la USET por más de un mes, por lo que recurrió a la fuerza pública para recuperar sus oficinas, lo cual no terminará con ese conflicto que podría agravarse por el apoyo que podrían recibir ese personal de otras áreas que también están inconformes con el desempeño de ese soberbio funcionario.
El secretario aspirante a poeta le está jalando los bigotes al gato y su intolerancia le podría generar un conflicto mayor que él ni el gobernador Marco Mena han dimensionado, por lo que habrá que ver como evoluciona ese problema que empezará a escalar niveles.
Manuel Camacho se equivoca al pensar que el SNTE es el inútil dirigente de la Sección 31, Demetrio Rivas Corona, por lo que pronto podría llevarse una desagradable sorpresa cuando se ventilen sus excesos, los pagos a ciertos periodistas consentidos y sus deslices amorosos por el municipio de Huamantla.
Ay nanita.
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