Mire usted, los hermanos peleoneros nos quisieron convencer de su reconciliación. Una, dice que le urge que gane el PRI… y el otro… ¡rompió en un conmovedor llanto!, como de película.

A Beatriz Paredes la siguen estimando en Apizaco pese a los dobleces que ha tenido. Este jueves, se dedicó a, “acallar los rumores que tanto daño nos han hecho”. Y ante un primer actor (snif-snif) Mariano de Córdova ó, Arturo González Zarur, la de trenza, huipil y tenis Convers del siete y medio, negó como San Pedro a Jesús, que Rolando Rodríguez Cámara, sea su emisario para cobrar mesadas al gobierno orticista, o que media docena de hijos políticos suyos (en Secte, Secoduvi, Coracyt, Secture) sean empleados del que hace poco era su secretario particular en la Confederación Nacional Campesina (CNC).

Según Paredes, ella por ser la presidenta del PRI, es la más interesada en el triunfo de Mariano.

Y el chillón no perdió oportunidad para delimitar su territorio. Con todo y las de cocodrilo, no demoró en decirse subordinado de Emilio Sánchez Piedras y Tulio Hernández Gómez; pero al referirse al gobierno de Betty, afirmó haber sido su colaborador (¿cómo el hijo rebelde del sanchezpiedrismo va a ser subordinado de la hija consentida de dicha corriente política?).

No, lo que ambos debieron decir es: “peleoneros perennes como somos hasta la muerte, cada cual tiene una visión sobre el poder y, en esta elección haremos el intento por no desear el fracaso (político) del otro, para repartirnos el botín, porque a los otros (ASA y HIOO) ya les tocó, y de la foto con don Emilio, nomás falta Manchis”.

En eso, un acuerdo con forma de herencia hacendada, devino la política progresista de la estadista. Yo creo que por eso, el de ayer fue un diálogo muy a fuerzas, un convenio demasiado artificial en el que de nueva cuenta se vio la distancia de la Paredes. Pero eso sí, cuando accionaron la pizarra para comenzar a grabar la película “”La Familia Revolucionaria Feliz”, haga usted de cuenta que encendieron los reflectores a Pedro Armendariz y a Dolores del Río. Qué maravilla de actuación (claro, a Armendariz no le temblaba la mano y la bellísima actriz tendría menos de la tercera parte de masa corporal de quien ayer la interpretó).

No, no, no, hubieras visto los ojos del ex marido César (el osito Teddy) Carvajal. Igual de conmovidos. O los de su sobrino el adrianista González Necoechea (claro a distancia). Estaban a punto de turrón.

Lo menos que haría es aguar la fiesta del reencuentro de los peleoneros, pero tampoco se vale que Beatriz nos quiera dar atole con el dedo.

1.- La Paredes gana si en las urnas triunfa Mariano González, pues sumará su pequeño estado (1%) a las macro cifras electorales obtenidas en las once entidades restantes. Lo cual  es muy poco pero con un importante simbolismo pues, tome nota: ¡se trata de la tierra de la señora Paredes! (¡ohhhh!).

2.- La Paredes gana si la que se impone es Adriana Dávila, pues no me alcanzan los dedos de las manos y de los pies para contar a los operadores más que fieles a ella que se encuentran haciendo todo lo que esté a su alcance para multiplicar los votos (así como te venden las indulgencias en ciertas parroquias bien devaluadas, como la de El Carmen Tequexquitla) que la conviertan en gobernadora. Y conste que aprovechó la ocasión para asestarle una pedrada entre ceja, oreja y madre, cuando le dijo “inexperta” (oiga usted, pues se quedó corta, porque será muy inexperta pero con hartos huevos… según la propia afectada).

En otras palabras, Beatriz Paredes, profesa un pragmatismo infalible que bien la puede ubicar en el confesionario, ó en la mesa de Mariano tomando agua natural en lugar de comer barbacoa y libar pulque, ó en alguna reunión con Ortiz y los suyos, hablando de cómo se ha de repartir el botín.

Pero déjame limpiar estas lágrimas, snif, que me provocó el llanto de Mariano al abrazar a la muñequita pelirroja (su nieta) y la presencia (ahhhhhhhhh) (trato de expresar que mis chllidos se alargan) de todos sus familiares (aunque muchos de ellos iban con harto miedo, porque ya sabes como los pone el amo cuando llegan a su casa)

¡Qué ternura…!