Acostumbrado a lanzar señalamientos estrambóticos más para ganar reflectores que para exigir justicia o un real castigo para los corruptos, Homero Meneses Hernández, responsable del programa Prospera en Tlaxcala, tuvo la ocurrencia de quejarse de las malas prácticas de los ex funcionarios federales priistas que trabajaron en la pasada administración y revelar, por no decir que les avisó, que enfrentan varias denuncias penales ante la Fiscalía General de la República.
Crítico incansable de las administraciones priistas y panistas, Homero Meneses intenta venderse hoy en día como un impoluto funcionario que trabaja en el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, el cual según dicen, está más que comprometido en combatir la corrupción y hacer realidad la cuarta transformación del país.
Lo malo es que esos cambios y esa nueva forma de gobierno no se concretarán o se harán realidad con declaraciones estrambóticas que no conducen a nada, porque hasta ahora prevalece más el criterio de borrón y cuenta nueva, dejando atrás la posibilidad de que se proceda penalmente contra los malos servidores públicos que integraban la mafia en el poder.
Según ese lenguaraz funcionario, en la pasada administración de Prospera existía contubernio con empresas privadas para licitar contratos, desvío de recursos al asignar fondos del programa para beneficiarios inexistentes y hasta moches con las máquinas de la Pepsi y de Marínela.
Para ese maestro, la corrupción en Prospera Tlaxcala era brutal y ese programa operaba con múltiples irregularidades y anomalías, al grado que según una nota del periódico La Jornada de Oriente los desvíos de recursos públicos durante el 2018 fueron por alrededor de 657 millones de pesos.
Si Prospera fue un cagadero y hay ex funcionarios que ya son investigados por esas supuestas irregularidades, por qué el afán de ventilar el asunto en los medios de comunicación si no existe nada en concreto y más cuando ese caso no es nuevo porque meses atrás se conocieron algunas acusaciones de corrupción, las cuales fueron documentados sin que alguien se preocupara o investigara esos hechos.
Para nadie es un secreto que el programa Prospera estuvo a cargo de la marianista Beatriz López Rojas, quien junto con la ex delegada de Sedesol, Mariana González Foullon, se presume dedicaron a lucrar políticamente y económicamente con esas dos instancias del gobierno federal en los tiempos del presidente priista Enrique Peña Nieto.
Antes de manejar Prospera, Beatriz López se desempeñó como funcionaria en el gobierno de Mariano González Zarur, específicamente en el Sepuede, donde dejó cientos de anomalías y varios millones de pesos perdidos, hechos que si bien se investigaron y se documentaron, éstos nunca llegaron a la Procuraduría General de Justicia en el Estado para ser sancionados.
El gobierno de Marco Antonio Mena Rodríguez tuvo la cortesía de otorgar su manto protector a esa ex funcionaria estatal y federal, por lo que hoy existe una enorme duda si sus supuestas irregularidades en Prospera serán castigadas o el gobierno de López Obrador también ofrecerá impunidad a esa mujer.
Y lo anterior es posible porque Homero Meneses ya ha dado muestras de tener una memoria muy corta, pues como olvidar que en el 2017 él y su compañero auto nombrado paladín contra la corrupción, Delfino Chamorro Macías, arremetieron contra el ex gobernador Mariano González por llevar a cabo una estafa maestra en la compra y distribución de tabletas electrónicas para alumnos de escuelas públicas en la entidad.
A través de la Asociación Versus Corrupción, ambos personajes habrían documentado que el empresario beneficiado con esa operación que superó los 35 millones de pesos fue Rafael Torres Mendoza, amigo personal del entonces mandatario que a través de la comercializadora “La Casa de los Sueños” vendió 16 mil tabletas electrónicas.
Las irregularidades de esa licitación y en la distribución de esos equipos fueron más que evidentes, sin embargo la pareja de Meneses y Chamarro se olvidó a los pocos días del caso, situación que permitió a la actual administración estatal operar para que ese asunto no fuera investigado por las instancias correspondientes y para que mediáticamente se dejara de tocar el tema.
A Homero Meneses le gana el protagonismo y su proceder lejos de hacer un bien al gobierno de López Obrador, en realidad le hace un mal porque no se ve el combate real a la corrupción en Tlaxcala, ni tampoco se percibe que los programas del nuevo gobierno federal estén funcionando por más que se diga que están operando.
La coordinadora de los programas de Desarrollo y representante del gobierno federal, Lorena Cuéllar Cisneros, debería buscar otro tipo de colaboradores porque con los que tiene difícilmente podrá hacer un buen papel.
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