Casi 100 días necesitó Víctor Manuel Báez López, presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado, para comprobar que no sólo es un pésimo líder y político, sino que no tiene capacidad y el talento para conducir el Poder Legislativo y la bancada de Morena que en unas horas o días podría removerlo de la posición que detenta gracias al apoyo que aún le otorga su cómplice, Joel Molina Ramírez, líder del partido de AMLO en Tlaxcala.


Así como Hernán Cortés y sus soldados españoles enfrentaron la Noche Triste tras la derrota sufrida a manos del ejército mexica, el legislador morenista Víctor Manuel Báez padeció esta semana una serie de fracasos que lo han obligado a dirigir sus pasos hacia el patíbulo, por lo que no se descarta que pronto deje de tener los reflectores y el papel protagónico que por más de tres meses ha desempeñado de manera desastrosa.

A principios de noviembre durante una reunión que sostuvieron la mayoría de los diputados locales de Morena, el PT y el PES con el hoy subsecretario de Gobernación, Zoé Robledo Aburto, se analizó la viabilidad de remover a Báez López de la representación de los legisladores morenistas y por consiguiente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado.

Entre las principales razones estaría el entreguismo que el ex presidente de Zacatelco habría mostrado hacia el mandatario priista y su cuestionable disposición para pactar con la chiquillada representada por el PAN, el PRD y el PRI.

Durante esta semana ha sido más que evidente el mal trato y desprecio que han enfrentado por parte del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez los diputados de Morena, el PT y el PES, así como la representante del gobierno federal en Tlaxcala Lorena Cuéllar Cisneros.

El martes durante el segundo informe del gobernador los diputados fueron marginados y desdeñados, empezando por Víctor Manuel Báez que después de ser un fiel y obediente aliado del mandatario fue enviado a la sexta fila, situación que le provocó una gran molestia al grado que abandonó el Centro de Convenciones de Tlaxcala.

El maltrato que sufrió Cuéllar Cisneros no pasó desapercibido en las oficinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, ni tampoco el despreció que hubo hacia los legisladores locales que ganaron las elecciones junto con el tabasqueño.

Por esa razón, extrañamente el comportamiento de los legisladores de Morena, el PT y el PES fue diferente ayer jueves no sólo para con Víctor Manuel Báez, sino con el gobernador Mena a quien no le aceptaron la invitación para sostener un desayuno durante este día.

Báez López intentó hacer una de las suyas y sin tener el consenso de los legisladores buscó incluir en el orden día la propuesta para someter a votación una reforma que regresaría a los presidentes de comunidad el voto en los Cabildos, sin embargo los diputados no permitieron esa unilateral maniobra pese a que súplicas que recibieron de aún presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado.

La propuesta fue ignorada y Víctor Manuel Báez recibió los reproches de sus compañeros legisladores por su falta de seriedad y liderazgo, así como su entreguismo hacia el gobernador Marco Mena.

A los pocos minutos de iniciada la sesión ordinaria del Congreso, la presidenta de la Mesa Directiva, Luz Vera Díaz, dio a conocer formalmente el cambio de la coordinación de los diputados de Morena, cuya responsabilidad recayó en María Ana Bertha Mastranzo Corona, quien de inmediato recibió el apoyo de otros legisladores para presidir la Junta de Coordinación y Concertación Política que ilegalmente tendría el morenista-priista Báez López.

Pareciera que el equipo de López Obrador ha iniciado una fina operación para retomar el control de Poder Legislativo de Tlaxcala y evitar más la influencia e intromisión que el gobernador Mena había logrado a través del casquivano Víctor Manuel Báez, por lo que no sería extraño ver que en los próximos días se registren reacomodos y cambios en las comisiones del Congreso del Estado.

La relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo está fría y tenderá a descomponerse aún más, aunque Arnulfo Arévalo Lara, el funcionario priista encargado de tratar con los diputados locales diga lo contrario.