Esta será la última semana laboral de los funcionarios priistas que en los últimos años tuvieron bajo su mando las 46 delegaciones del gobierno federal, pues a partir del sábado el control de esas dependencias pasará a manos de los colaboradores del próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que en el caso de Tlaxcala coordinará Lorena Cuéllar Cisneros.

Una vez más la hegemonía priistas en el gobierno federal desaparecerá, por lo que el PRI dejará de controlar económicamente y políticamente las delegaciones de las dependencias que ocupaba para sus fines electorales, que en el caso de Tlaxcala, respondían a los intereses del ex gobernador Mariano González Zarur y no del actual mandatario estatal, Marco Antonio Mena Rodríguez, que nunca hizo el intento por tener injerencia en esa estructura de poder.

Si uno revisa la lista de los delegados federales en Tlaxcala, comprobará que la gran mayoría le debe su posición al hacendado González Zarur, quien siendo gobernador no tuvo problemas para imponer a su hija Mariana González Foullon como encargada de la Secretaría de Desarrollo Social.

En los pasados comicios del 1 de julio el PRI fue aplastado y reducido a una mínima expresión en la entidad. Aunque ese partido aún controla el gobierno del estado en breve se agudizará su debilitamiento cuando asimile que ya no controlará los programas sociales, la inversión federal en obras públicas y una estructura administrativa que ronda en los 12 mil servidores públicos en Tlaxcala.

La presencia de priistas en el gobierno federal era más evidente que en la administración estatal, donde destaca la incorporación de funcionarios que cobran en un gobierno del PRI pero que no son militantes del ex partidazo, como es el caso de Manuel Camacho Higareda, responsable de la Secretaría de Educación Pública, Jorge Luis Vázquez Rodríguez, titular de la Sedeco, José Aarón Pérez Carro, encargado de la Secretaría de Gobierno, Eladia Torres Muñoz, que despacha como secretaria particular, María Maricela Escobar Sánchez, contralora del Ejecutivo, Roberto Núñez Baelón, que despacha como secretario de Turismo, Lenin Calva Pérez que recibe un salario como secretario de Políticas Públicas y Participación Ciudadana y el ladino procurador José Antonio Aquiáhuatl Sánchez.

La intención del nuevo gobierno federal que encabezará López Obrador es llevar la fiesta en paz en Tlaxcala, sin embargo su propósito es imponer en el corto plazo una novedosa forma de ejercer el poder que le permita conservar simpatías y reforzar el apoyo que logró en la entidad en los pasados comicios que le permitieron ganar la presidencia de México, el senado y las diputaciones federales, así como el control del Congreso del Estado.

Para el próximo año las autoridades federales pretenden otorgar a más de 300 mil tlaxcaltecas apoyos a través de diferentes programas. De esos más de 100 mil serán jóvenes que recibirán una beca o un salario por trabajar en alguna empresa legalmente establecida. Además habrá que sumar a los adultos mayores y a las personas con alguna discapacidad que ya se encuentran identificados y ubicados.

Hasta ahora la única funcionaria confirmada como coordinadora del gobierno federal en Tlaxcala y que ya es denominada como la “superdelegada” es Lorena Cuéllar, quien después del 1 de diciembre se espera que dé a conocer a los funcionarios que la acompañarán en su nueva tarea.

Cuéllar Cisneros será la responsable de operar las acciones y programas del nuevo gobierno y de mostrar un rostro amable y eficiente de la administración pública donde se perciba el mando y la autoridad que requiere Tlaxcala.

Se dice que las próximas autoridades federales no iniciarán una cacería de brujas contra los aún delegados priitas, pero tampoco solaparán o encubrirán anomalías o actos de corrupción en caso de ser detectados.

La era priista en el gobierno federal morirá y vendrá la de Morena y sus aliados, ojalá sea diferente por el bien de Tlaxcala y del país.