A más de cuatro meses de las elecciones federales y locales que impusieron una nueva realidad política en Tlaxcala, hasta el momento los dirigentes de los partidos que participaron en esos procesos no terminan por entender que viven otra circunstancia y que en la entidad dejó de tener presencia la oposición, situación que beneficia a Morena y sus aliados y al maltrecho PRI.

Hasta ahora la única esperanza que existe en Tlaxcala es que el PAN resuelva sin contratiempos la renovación de su dirigencia estatal para convertirse en una oposición activa que pueda hacer contrapeso al PRI que controla al gobierno del estado con el mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez y a Morena que junto con sus satélites el PT y el PES ejerce el poder en el Congreso del Estado y en unos días más dominará la administración pública federal con el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.

El PRD sufre un claro proceso de extinción tras las elecciones del 2016. Su líder estatal Juan Manuel Cambrón Soria está desaparecido y el protagonismo del diputado local Miguel Ángel Covarrubias Cervantes tiene sumido al sol azteca en el desprestigio porque en los hechos ese legislador se comporta más como un priista que como un militante de un partido de izquierda.

El PRI está desorganizado y temeroso de su nueva realidad. En Tlaxcala aunque controla el gobierno del estado su presencia mediática es nula al igual que su trabajo político y el comportamiento de su dirigente estatal, Roberto Lima Morales, es el de aceptar una derrota anticipada en los comicios del 2021 en que se elegirá al próximo gobernador.

Si bien el PRI perdió el control del Poder Legislativo en la entidad y no logró ninguna posición en la Cámara de Diputados, lo cierto es que mantiene el gobierno del estado y el control de varios municipios, lo cual lo debería aprovechar antes de que sea demasiado tarde.

La ausencia de oposición en el estado es evidente y los ciudadanos empiezan a observar ese vacío, de ahí que no sería extraño ver que las críticas a las autoridades provengan de nuevos liderazgos que surjan para llenar los espacios que los dirigentes de los partidos y los diputados locales no quieren ocupar.

Joel Molina Ramírez, líder de Morena en Tlaxcala, lleva un trabajo interesante rumbo a las próximas elecciones locales, pues se ha dedicado a contactar a la mayoría de los presidentes municipales en funciones para tratar de sumarlos a su causa, con el propósito de que apoyen al partido de López Obrador para los futuros comicios en que los tlaxcaltecas saldrán a votar por alcaldes, diputados y gobernador.

En la primera elección local (2016) donde Morena participó tuvo malos resultados, pero en su segundo proceso electoral (2018) obtuvo triunfos importantes por el arrastre de Andrés Manuel López Obrador. Para los comicios del 2021 la intención de ese partido es retener el control del Congreso del Estado, gobernar la mitad de los municipios de la entidad y lograr el gobierno de Tlaxcala.

Hasta hace unos días se pensaba que el principal competidor de Morena y sus aliados en Tlaxcala sería el PRI, pero esa percepción ha ido cambiando porque todo apunta a que el PAN podría representar un problema porque estaría en posibilidades de convertirse en una oposición incómoda si logra salir unido de su proceso interno para renovar su dirigencia y si la fractura que alienta a nivel nacional el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa no tiene graves consecuencias.

Tlaxcala necesita una verdadera oposición y ojalá pronto aparezca.