El PRI nacional sabe que no puede posponer lo inevitable si es que quiere mantenerse como una opción para recuperar el poder, de ahí que inició la renovación de su dirigencia que fracasó rotundamente en su intento de retener la presidencia de México y el control de las cámaras de Senadores y Diputados.
A 15 días de su peor derrota electoral en su historia, el PRI empezó su transformación y apresuró la salida de René Juárez Cisneros que por más que intentó no puedo evitar el hundimiento del barco que antes de su llegada tenía bajo su conducción el bravucón peñista Enrique Ochoa Reza, quien nunca tuvo la capacidad ni el liderazgo para frenar la creciente campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Líderes del partidazo han destacado la urgente necesidad de transformar al tricolor para corregir las fallas y errores que lo alejaron de los electores, al grado que lo marginaron de muchas posiciones de poder al ubicarlo como minoría en el Congreso de la Unión y en más de 17 Congresos estatales.
La mano visible que empezó a mover los hilos de poder al interior del PRI para retomar el control del partido es la del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien se ubica como uno de los rivales políticos del virtual presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Sin dudas el priista buscará armar un contrapeso al tabasqueño para complicarle su desempeño como autoridad.
Y mientras a nivel nacional se registran esos movimientos, en Tlaxcala la cacareada cacería de brujas para expulsar a los traidores del partidazo que anunció su dirigente estatal, Roberto Lima Morales, parece que llegó a un callejón sin salida porque lejos de aceptar su mayúsculo fracaso electoral siguen buscando culpables de su pésimo trabajo que los llevo a perder en tan sólo año y medio más 80 mil votos.
Si el PRI en Tlaxcala quiere recuperarse para enfrentar dignamente la sucesión del gobernador en el 2021, tendrá que optar por una nueva dirigencia que se abra a todas las corrientes y no sólo a la del menismo.
Los resultados obtenidos el pasado 1 de julio demuestran que los priístas tlaxcaltecas castigaron no sólo al corrupto gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, sino también a la administración del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez que nunca abrió los espacios a los liderazgos de ese partido que en la campaña del 2016 se la jugaron para retener el poder pese a la marginación que sufrieron durante el gobierno de Mariano González Zarur.
Los funcionarios que acompañan en el gobierno a Mena Rodríguez nunca trabajaron ni operaron a favor del PRI. La estructura electoral que había al interior de la administración fue olvidada, marginada y hasta maltratada, por lo que terminó operando por la causa de López Obrador que en la entidad logró una votación histórica de 300 mil votos que difícilmente alguien podrá alcanzar en el corto plazo.
Los titanes de la operación político electoral como Luis Miguel Álvarez Landa, ex Oficial Mayor de Gobierno y coordinador de la campaña presidencial de José Antonio Meade Kuribreña, Carlos Bailón Valencia, secretario Técnico de la Oficina del gobernador, Roberto Lima Morales, líder del PRI en Tlaxcala y las desinfladas hordas marianistas hicieron el ridículo en la pasada jornada al no ganar nada más que una diputación plurinominal.
La salida de Roberto Lima de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI es obligada, sobre todo si ese partido pretende llevar a cabo una real transformación que le permita recomponer su relación con los electores, porque el tiempo avanza y cada día que pierdan será peor para el partidazo que a partir de septiembre dejará de tener el control del Congreso de la Unión y del Congreso local.
Aunque el grupo menista no ha sido criticado por los resultados que obtuvo en las elecciones del 1 de julio, la realidad es que al interior del PRI hay grupos que están molestos e inconformes con la conducción del partido, de ahí que no sería extraño ver que en breve surjan voces que exijan un cambio radical en la dirigencia donde estén representados los liderazgos y no sólo los amigos y familiares del jefe político del tricolor.
Es cuestión de tiempo.
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