Muchas fueron las lecturas que los tlaxcaltecas y la clase política dieron al mensaje que el pasado jueves emitió el mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez sobre relanzamiento de su gobierno a un año y medio de haber asumió las riendas de la administración, porque si bien la opinión publicada se desbordó en elogios, la opinión pública cuestionó su nueva estrategia y el tono del discurso.
Una de las características que ha tenido la actual administración estatal es su lentitud para ejercer el poder y demostrar con hechos que existe un gobierno activo que está trabajando para dar resultados.
Si los funcionarios estatales han simulado en su trabajo y han mostrado una falta de compromiso, es porque el mandatario los ha tolerado y solapado por mucho tiempo, porque para nadie es desconocido que algunos miembros del gabinete debieron dejar su cargo desde hace varios meses.
La falta de obra pública y el retraso con que se ejecutan los trabajos es insultante. En materia de salud las cosas sigue siendo un desastre y en el rubro de seguridad las condiciones son preocupantes y alarmantes. El combate a la corrupción es una burla y el sistema educativo tlaxcalteca vive en el desorden.
Aunque hoy se busca culpar a los marianistas del desbarajuste y la falta de resultados en la actual administración, lo cierto es que ese grupo fue marginado desde los primeros días de enero del 2017 y fueron los funcionarios menistas los que empezaron a dirigir el gobierno con nulos resultados salvo en contadas áreas del gobierno.
Si hubo actitudes patrimonialistas, aspiraciones dinásticas o de apellidos o linajes, así como compromisos políticos por las coyunturas electorales, fue porque el gobernador las aceptó y permitió, de ahí que resulta positivo que haya reconocido ese error porque el más afectado era él y su gestión por la falta de rendimiento.
Ahora sólo falta ver cuándo empiezan los ajustes en el gabinete, porque el tiempo avanza y los tlaxcaltecas ya saben que hay funcionarios flojos y desleales que aparte de no trabajar, hablan pestes del gobierno menista.
El despido de funcionarios sin duda abrirá un nuevo frente para el gobierno de Marco Mena, porque los que dejen el cargo se irán con un pesado estigma de traidores, flojos y desleales que afectará su trayectoria profesional y política, por lo que algunos no tendrán problemas para soltar información reservada respecto a cómo se maneja el gobierno y quién ordena y realiza los negocios al interior de la administración.
Para muchos el pleito entre marianistas y menistas apenas empezó, pero en realidad el mensaje de la semana pasada representó un asalto más de la pelea que desde hace varios meses sostienen ambos grupos.
Por lo pronto, el grupo que encabeza el ex gobernador Mariano González Zarur no ha dejado de culpar al gobierno de Marco Mena del enorme fracaso electoral registrado el 1 de julio, cuando el PRI dejó de ser el partidazo para convertirse en chiquillada.
En lo personal no percibo ningún cambio y dudo que exista una transformación del gobierno del estado. El discurso del jueves habló de una nueva era que hasta ahora sólo se ve en el papel, tal y como ha pasado desde que el 1 de enero del 2017, porque en los hechos seguimos igual. O no.
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