Más que lanzar culpas mediáticas y justificar su torpeza para controlar a los antros en Tlaxcala, el ayuntamiento capitalino que preside Anabell Ávalos Zempoalteca debería asumir decisiones firmes y actuar, porque si cree que con echarle el pacado al gobierno del estado y a sus funcionarios de la operación irregular de esos negocios se va a librar de las críticas está muy equivocada.
Desde que estuvo en campaña y durante los primeros meses en que asumió el control del ayuntamiento capitalino, Anabell Ávalos tenía claro que los antros en la ciudad representaban un foco de alarma para su administración, no sólo porque permitían la entrada de menores edad para que éstos consumieran alcohol, sino porque comprobó que algunos negocios funcionaban al margen de la ley y toleraban la venta de drogas.
Aunque tuvo un débil intento por meterlos al aro, su supuesta firmeza se topó con el influyentismo y la complicidad de la justicia para que bares como La Terraza siguieran abriendo sus puertas pese a que se comprobó a través de un operativo del ayuntamiento capitalino que el negocio violaba diferentes disposiciones normativas.
En las últimas semanas los excesos y escándalos se volvieron hacer presentes en los antros de la capital ante una ineficaz policía municipal que siempre se ve rebasada por los desmanes y que para justificar su torpeza y nula efectividad se excusa en la falta de patrullas, equipo y de personal.
Ante tal panorama, las sesudas autoridades municipales decidieron recurrir a sus aliados en los medios de comunicación para iniciar una burda andanada de críticas contra el gobierno del estado y sus funcionarios para responsabilizarlos de la anarquía y el desorden que prevalece en la operación de los antros.
Según la brillante idea de las autoridades capitalinas, el origen de esos ataques hacia el gobierno del estado fue maquinado por supuestos colonos que están hasta la madre de los excesos de los bares y restaurantes que venden bebidas embriagantes y no por ellas que ante su incapacidad tratan de encontrar culpables en otras esferas de poder.
Los ataques orquestados desde el ayuntamiento capitalino adelantaron lo que pasaría este fin de semana y que terminó en tres multas para los negocios denominados Cadillac’s, Emma y Revolución, los mismos que fueron señalados en las publicaciones que en días previos aparecieron en algunos medios de comunicación.
La sanción fue porque comprobaron que esos negocios siguieron vendiendo alcohol después el horario permitido que vence a las 2 de la madrugada, pero que curioso que esas escrupulosas autoridades no hubieran llegada antes para sancionar el sobrecupo, la presencia de menores de edad consumiendo bebidas embriagantes y la venta de drogas.
Quizá porque esas irregularidades implicaban la clausura y esa decisión trataron de evitarla a toda costa.
Las violaciones a la normatividad antes mencionadas se dieron y sin embargo el ayuntamiento capitalino no las vio ni las detectó. Su simulación para dizque meter al orden a los antros es tan grande como miedo que enfrentan para tomar decisiones.
Así como muestran la intención de controlar los antros, también deberían tener interés por evitar la presencia de prostitutas y prostitutos por los alrededores del Puente Rojo y que por las noches se les ve ofreciendo sus servicios con la tolerancia de las autoridades municipales.
Los dueños de los antros han dejado entrever que un funcionario capitalino ha intentado presionarlos para recibir una mochada a cambio de dejarlos en paz, versión que no suena tan descabellada si se observa el comportamiento tan inconsistente que han tenido las autoridades municipales.
Es evidente que los antros violan la ley e incumplen con la normatividad, pero eso seguirá si el ayuntamiento capitalino mantiene su actitud flácida y débil que es una de sus principales características.
Por eso lo más fácil es echar la culpa a otros y no aceptar su manifiesta incapacidad.
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