A una semana del arranque formal de las campañas para el Senado y las diputaciones federales, queda claro que en Tlaxcala lo relevante para ganar las elecciones se centrará en las estructuras que movilizarán y cuidarán los votos, porque los candidatos de todas las coaliciones que andan tras el respaldo de los tlaxcaltecas carecen de punch, liderazgo y empatía.
Salvo que en los próximos días los candidatos al Senado y a las diputaciones federales sufran alguna transformación asombrosa que les permita dejar la parsimonia y sus propuestas intrascendentes, la realidad apunta que la verdadera batalla por los triunfos se dará en las estrategias que pondrán en marcha los operadores para sumar y defender los votos.
Con el actual comportamiento de los candidatos es lógico pensar que en unos días más pasarán a un segundo término, pues la lucha electoral entrará en un juego de estrategias donde las estructuras serán fundamentales para alcanzar los anhelados triunfos.
De las tres coaliciones electorales que participan, la del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano denominada por México al Frente es la más endeble. Sólo se percibe organización y trabajo en el distrito electoral federal 2 donde compite a la diputación Alejandra Ramírez Ortiz, quien representa los intereses del orticismo.
Los candidatos al Senado Minerva Hernández Ramos y Gelacio Montiel Fuentes no han logrado sumar a su causa a perredistas y panistas. La primera es una ingrata política de ocurrencias que piensa que por no consumir alguna droga va a ganar, mientras que el segundo cree que su porte de galán de quinta será suficiente para conquistar el voto de los tlaxcaltecas.
PAN, PRD y Movimiento Ciudadano están divididos internamente y sus estructuras están tan desanimadas que difícilmente moverán un dedo para sumar votos a la traidora de Minerva Hernández y al oportunista Gelacio Montiel.
Por lo que respecta a la alianza de Morena con el PT y el PES, está claro que los candidatos de esa coalición apuestan todo al arrastre de su abanderado presidencial Andrés Manuel López Obrador. Su discurso es contra los priistas y la corrupción sin aportar algún concepto propio que los distinga.
El ex gobernador José Antonio Álvarez Lima y Lorena Cuéllar Cisneros que buscan el Senado y una diputación federal, respectivamente, son los únicos candidatos de Morena que muestran una personalidad y un empuje propio, porque el resto está esperanzado al milagro del tabasqueño.
La estructura de Morena es real y ya tiene cubiertos los 60 municipios del estado, así como todas las secciones electorales. El ejército para vigilar los votos está bajo el mando de Leticia Ramírez Amaya y está conformado por más de 2 mil simpatizantes que han recibido capacitación y adiestramiento permanente para defender sus triunfos.
López Obrador ha ganado en Tlaxcala las elecciones presidenciales del 2006 y 2012, por lo que según sus análisis de prospectiva es casi seguro que este 1 de julio obtenga la victoria una vez más e influya para ganar el Senado y las diputaciones federales.
La estructura de Morena está lista para dar la batalla.
La alianza del PRI con el Panal y el PVEM denominada Todos por México no ha dado muchas señales de vida salvo en el arranque de las campañas que logró juntar a más de cuatro mil simpatizantes en el domo del recinto ferial.
El PRI recurrirá a la estructura gubernamental federal, estatal y municipal para operar a favor de sus candidatos a la presidencia de México, al Senado y a las diputados federales. Hasta ahora ninguno muestra un liderazgo o crecimiento, de ahí que los operadores están puliendo la estrategia que seguirán para movilizar y sumar los votos que necesitan para ganar.
La estructura del PRI existe pero hoy en día luce desorganizada y suelta. El responsable de la operación es Luis Miguel Álvarez Landa, quien venía fungiendo como Oficial Mayor de Gobierno en la administración de Marco Antonio Mena Rodríguez.
El funcionario con licencia no sólo carga con la gris imagen de su candidato presidencial José Antonio Meade Kuribreña, sino con el desangelado inicio de las campañas de sus abanderados al Senado y a las diputaciones federales que en la primera semana prácticamente pasaron desapercibidas.
A los candidatos de PRI y sus aliados les urge un cambio en su estrategia mediática, porque si mantienen la actual están destinados al fracaso.
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