Cuál de los dos grupos que se disputa en la actualidad el control del PAN en Tlaxcala saldrá airoso y fortalecido al concluir el proceso electoral de este año. Adriana Dávila Fernández y sus seguidores verán exclusivamente por sus intereses y dejarán que la responsabilidad de la probable derrota la asuma la triada conformada por Carlos Carreón Mejía, Minerva Hernández Ramos y Julio César Hernández Mejía.

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Las pugnas de los grupos panistas en Tlaxcala siguen vivas, lo que sin duda afectará el desarrollo de las campañas iniciadas para ganar la presidencia de México, el Senado y las diputaciones federales y locales que estarán en juego el 1 de julio de este año.

A unos días del arranque de las campañas, el equipo de Ricardo Anaya Cortes, candidato presidencial de la coalición Por México al Frente integrada por el PAN, PRD y MC, designó al alcalde de Apizaco Julio César Hernández como su coordinador estatal, nombramiento que contó con el aval del líder estatal del blanquiazul, Carlos Carreón y la ladina Minerva Hernández, quienes buscan arrebatarle a Adriana Dávila el control del partido.

La nueva triada conformada para restar influencia y poder al grupo de Dávila Fernández sabe que si logran ganar la presidencia, el Senado, las diputaciones federales y locales estarán en posibilidades de cumplir su ansiado objetivo, pero si falla no sólo asumirán el peso total de la derrota, sino que sus integrantes terminarán aislados y sin tener en el futuro juego político al interior del PAN.

Si bien Adriana Dávila no ha ganado ninguna elección en las que ha participado como candidata, lo cierto es que ha acumulado experiencia para determinar si hay o no posibilidades de triunfo en los comicios.

La ex candidata panista a la gubernatura intuye que la coalición por México al Frente tendrá serios problemas para obtener buenos resultados en Tlaxcala, sobre todo cuando es innegable el arrastre y aceptación que tiene en la entidad el abanderado presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador.

Esa puedo ser una de las razones principales por las cuales Adriana Dávila no aceptó ninguna injerencia en el estado y prefirió ceder esa carga a sus detractores que en caso de fracasar cargarán con toda la culpa de la derrota.

Adriana Dávila se dedicará a promover el voto a favor de Ricardo Anaya a nivel nacional. Aquí sólo se moverá por las campañas de sus candidatos a diputados locales.

A partir de hoy Julio César Hernández caminará por una línea muy delgada que tarde o temprano le causará problemas. Se dice que será coordinador estatal de la campaña de Anaya y alcalde en funciones al mismo tiempo. Aunque legalmente no hay nada que se lo impida, moralmente será muy cuestionado.

El mínimo error del presidente municipal de Apizaco en su actuación como operador político de Ricardo Anaya le puede implicar una denuncia ante la Fepade, de ahí que tendrá que ser extremadamente cuidadoso de su comportamiento porque seguirá manejando recursos públicos y mantendrá sus funciones de mando en el ayuntamiento.

Los críticos del edil aprovecharán cualquier problema en Apizaco para deslegitimar su labor como presidente municipal, sobre todo cuando entre los ciudadanos hay un gran malestar por la inseguridad que prevalece en la ciudad rielera.

Julio César Hernández se sacó la rifa del tigre. Si entrega buenos resultados sus bonos subirán hasta la luna, pero si falla podría representar su tumba política en el PAN, partido donde aún no lo aceptan como militante activo.