Problemas van y vienen y no pasa nada. El deficiente desempeño de algunos funcionarios estatales parece no importar a nadie, pese a las múltiples evidencias que existen de su pésimo trabajo. Hace días advertimos que los miembros del gabinete habían entrado a su zona de confort y que su inmovilidad pronto implicaría inconvenientes al gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez.
El boom mediático que provocó Xonotli, el cachorro de león blanco que nació en el zoológico del Altiplano, generó una cortina de humo que el gobierno del estado utilizó muy bien para ganar presencia artificial y a la vez como un distractor para esconder la falta de resultados y obras durante el primer año de la actual administración.
Pero muy poco duro ese fenómeno comunicativo porque los problemas que vienen arrastrando las autoridades ya no se pudieron mantener por más tiempo debajo de la alfombra y la basura empezó a brotar y con ella la falta de soluciones y pretextos de los funcionarios para llevar a cabo su trabajo eficientemente.
Claros ejemplos de lo anterior sería el conflicto que existe entre las autoridades de la Secte con los prestadores de servicio de transporte de pasajeros a través de la plataforma digital Pronto, el problema interno del ayuntamiento de Ixtenco –que por cierto hoy se manifestarán los habitantes en la capital-, la omisión de la Secretaría de Educación Pública para sancionar a maestros y directivos de una escuela de Chiautempan acusados de ingerir bebidas embriagantes al interior del plantel.
Habría que agregar el asunto de la inseguridad que sigue lastimando a las familias tlaxcaltecas y los nulos resultados que se tienen para llevar ante la justicia a los verdaderos delincuentes que asaltan en las carreteras, asesinan con total impunidad a personas y se meten a la casa de un diputado local para cometer un robo.
También están los paros en las escuelas de educación media superior y las protestas de transportistas cansados de la corrupción imperante en unas áreas de vialidad municipal.
Las ocurrencias son malas y más cuando éstas tratan de suplantar lo que realmente se debe comunicar. Las autoridades estatales vieron en el caso de la niñera golpeadora una oportunidad para presumir eficiencia y eficacia, al grado que en 15 días pudieron integrar el expediente de la averiguación, obtener la orden de aprehensión y su detención que al final terminó en una tragedia que evidenció no sólo la falta de coordinación entre los funcionarios, sino la falta de capacidad para enfrentar una crisis.
El lamentable deceso de la niñera se detectó a las 7:05 horas de la mañana. Al instante fue notificado Herve Hurtado Ruiz, comisionado de Seguridad, sin embargo se dice fue hasta después de las 9:00 horas cuando funcionarios de primer nivel se enteraron de ese hecho como el secretario de Gobierno, Tito Cervantes Zepeda y el procurador, José Aarón Pérez Carro.
La mala noticia provocó que el gobernador Marco Mena ya no llegara a la ceremonia del natalicio de Benito Juárez y que el protocolo de ese evento fuera cambiado para cubrir las ausencias de los funcionarios antes mencionados y que empezarían a atender el presunto suicidio de la joven que un día antes había sido detenida y encarcelada en el penal de Apizaco para enfrentar las acusaciones en su contra.
El suceso se salió de control y una acción que se intentó usar para resaltar la imagen del gobierno del estado sirvió para alentar las críticas hacia el mandatario y sus funcionarios, así como para poner en duda la efectividad de las autoridades que fueron incapaces de mantener con vida a la niñera golpeadora que al parecer tuvo todas las facilidades para poder colgarse en su celda.
Los funcionarios estatales están obligados a dar resultados y no escudarse en el pretexto de que el gobernador no decide nada, porque están en sus cargos para dar soluciones a los problemas que son de su competencia. Si no pueden mejor que renuncien o que se encomiende a Xonotli para que los ayude a salir del hoyo en que se encuentran.
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