Muy pronto se acostumbraron los funcionarios estatales a la buena vida, porque son contados los que se esfuerzan por llevar a cabo un trabajo digno que contribuya al desarrollo de Tlaxcala. Están alejados de la grilla política y al parecer ninguno tiene el interés de involucrarse en las actividades proselitistas para apoyar al PRI.
Con 13 meses en el gobierno, la gran mayoría de los funcionarios estatales entró a su zona de confort y ha empezado a recurrir a excesos que al final terminarán afectado la imagen de la actual administración.
Si bien el pago de bonos y la contratación de familiares fueron dos medidas que se cancelaron al inició del gobierno menista, la realidad es que los meses pasaron y hubo funcionarios con dotes de poeta que aprovechando la cercanía con el mandatario revivieron la entrega de “estímulos”, pero con la salvedad de que éstos sólo fueron para una docena de directivos que no tuvieron empacho en dejar evidencias de los mismos, situación que tiene muy molesta a la estructura administrativa de esa dependencia por el favoritismo existente.
Manuel Camacho Higareda, titular de la Secretaría de Educación Pública enfrenta un desorden administrativo del cual poco se sabe y se habla, porque por varios meses fue cubierto por la ex secretaria de Gobierno, Anabel Alvarado Varela, sin embargo hoy su circunstancia es diferente y no dude que pronto salgan a la luz algunas inconsistencias operativas en esa dependencia.
Hace casi un año se conoció que Mauricio Rugarcía fue despedido de la dirección Administrativa del Despacho del Gobernador, posición que llegó a ocupar Erika María Nande Islas, hermana de la actual titular de la Secretaría de Planeación y Finanzas, Alejandra Nande Islas. Su llegada al primer círculo de confianza y poder le habría facilitado las cosas para contratar a su esposo, quien cada quincena acude puntualmente a firmar la nómina.
Mauricio Rugarcía fue cesado porque no sólo tenía una larga lista de aviadores en la nómina del Despacho del Gobernador que autorizó el hacendado Mariano González Zarur, sino porque llevaba un manejo poco claro de los recursos públicos que disponía.
Los excesos que existían en esa área de la administración estatal al parecer se mantienen y hoy se estarían cometiendo algunos “errores” que implican gastos no justificables, como la contratación de equipos de sonido a particulares para la sonorización de varios eventos del gobierno cuando el área de logística y giras tiene la capacidad técnica y equipo para evitar dicho desembolso.
Son muy pocos los funcionarios estatales que están comprometidos con su jefe y con el nuevo coordinador del gabinete Tito Cervantes Zepeda, secretario de Gobierno, pues cuando se enteraron que el mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez no estaría en el evento de la celebración de un aniversario más de la promulgación de la Constitución, muchos se ausentaron y no giraron las instrucciones para que directivos y otros empleados acudieron al acto oficial, razón por la cual se tuvieron que quitar la mitad de las sillas instaladas.
Tito Cervantes debe mostrar mayor liderazgo y control del gabinete, porque no es posible que sus compañeros empiecen a extrañar a la ex titular de esa dependencia, Anabel Alvarado Varela, quien dejó el cargo para convertirse en candidata del PRI al Senado.
Otra muestra de la falta de interés por parte de los funcionarios menistas, es que a la fecha ninguno se ha involucrado directamente en labores políticas para apuntalar las campañas de los candidatos priistas rumbo a los comicios del 1 de julio.
A cinco meses de las elecciones la actitud de los colaboradores del gobernador es de valemadrismo como si el partidazo encabezara en Tlaxcala las preferencias y tuviera una cómoda ventaja sobre sus rivales, lo cual no es así porque en la competencia por la presidencia de México, por el Senado y por las diputaciones federales el tricolor se ubica en la tercera posición.
Hoy es más que evidente que el PRI va por un lado y el gobierno por otro, situación que tiene muy contentos y felices a la oposición.
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