Los diputados locales priistas que hoy van tras la reelección enfrentarán condiciones totalmente diferentes a las que encontraron la primera vez en que resultaron electos, porque irán de nuevo a las urnas sin el mismo apoyo económico, sin la estructura marianistas y sin el arrastre de los candidatos al gobierno del estado y a las presidencias municipales.
Sin tener nuevas opciones confiables o leales, el grupo menista en el poder apostó por la reelección de cinco de sus seis diputados locales del PRI en un juego que luce muy arriesgado, sobre todo porque los tlaxcaltecas usarán las elecciones federales y locales para realizar un referendo sobre el desempeño del gobierno de Enrique Peña Nieto y la gestión del mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez, así como la labor que han llevado a cabo los legisladores del Congreso del estado.
Parece que las invitaciones para sumarse o integrarse al actual grupo que gobierna la entidad se cancelaron o se restringieron al máximo, pues por lo que se observa ningún otro priista ajeno a ese círculo podrá ocupar una posición relevante.
El PRI se cerró y no exploró otras alternativas. Simplemente permitió que los diputados Enrique Padilla Sánchez, Eréndira Cova Brindis, Martín Rivera Barrios, Ignacio Ramírez Sánchez y Arnulfo Arévalo Lara hagan su intento y busquen su permanencia en el Poder Legislativo, cuando su trabajo realizado hasta ahora deja mucho que desear, toda vez que ellos han respondido más a los intereses del gobernador y a los de su partido que a los de los electores que en el 2016 les dieron su voto y confianza.
Los datos no mienten y la realidad es que siete de cada diez ciudadanos en el estado se opone a la reelección, rechazo que sin duda complicará los sueños reeleccionistas de los legisladores locales que irán solos por esa proeza, porque el PRI en Tlaxcala vive una división interna que cada día se acentúa más.
Los diputados reeleccionistas harán solos sus campañas en este proceso. Ya no tendrán a los actuales alcaldes para ayudarlos en sus labores proselitistas como sucedió en el 2016 cuando los entonces aspirantes a las presidencias municipales de Tlaxcala, y Huamantla, Anabell Ávalos Zempoalteca y Jorge Sánchez Jasso, respectivamente, fueron determinantes para ganar los distritos de sus respectivas demarcaciones.
Tampoco veremos en las campañas a la estructura marianista que se desbordó para apuntalar las aspiraciones de Marco Mena y de los diputados locales. También se espera que hagan vació los actuales legisladores federales Ricardo García Portilla, Fabiola Rosas Cuautle y Rosalinda Muñoz Sánchez, quienes se encuentra marginados y relegados, por lo que sus equipos que han sido despreciados no se moverán para llevar ningún voto a los diputados menistas.
Los priistas ajenos al grupo en el poder saben que si algún legislador local logra la reelección difícilmente dejará el cargo y lo más seguro es que en el 2021 intente nuevamente repetir, situación que obviamente reduce los pocos espacios que hay y que exigen otros militantes para seguir sus carreras políticas.
La pretensión de algunos políticos tlaxcaltecas de acaparar las posiciones puede tener un costo negativo para el PRI, sobre todo si personajes que por suerte y sin tener una militancia probada en el partidazo como el orticista Martín Rivera Barrios logra la reelección por el distrito 3, ya que su única fortaleza es ser chalán y lacayo de Mariano González Aguirre.
Aunque no lo reconozca, el PRI puso en riesgo el control del Congreso del estado para la próxima legislatura y seguramente sufrirá para lograr la reelección de los diputados locales y para ganar otros distritos con personajes de quinta categoría como Emilio Sánchez Rivera y Matilde Sánchez Gracia que competirán por los distritos de Apizaco y Chiautempan, respectivamente.
De los aliados del PRI (Panal, PVEM y el PS) luego hablamos, porque si bien irán juntos eso no quiere decir que se ayudarán en las elecciones locales, porque al final cada uno buscará su beneficio. Al tiempo.
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