Al reportar sólo daños materiales, medios de comunicación nacionales y autoridades federales se han olvidado de Tlaxcala, por lo que sólo se centran en Morelos, Puebla y la Ciudad de México. El gobernador Marco Mena deberá hacer un levantamiento serio de los daños registrados para lograr recursos del Fonden que permitan recuperar los inmuebles dañados.
Como suele suceder, Tlaxcala está siendo excluida de la tragedia provocada por el fuerte sismo de ayer que si bien no dejó pérdidas de vidas humanas en la entidad, si afecto iglesias, edificios públicos, escuelas y viviendas.
Treinta y dos años después del terremoto de 1985, seis estados del centro del país volvieron a colapsarse un 19 de septiembre, esta vez por un sismo de magnitud 7.1 con epicentro entre Morelos y Puebla.
El saldo, hasta la medianoche, era de 224 muertos, siendo Puebla, Morelos y la Ciudad de México las zonas más perjudicadas por el movimiento telúrico que quedó registrado a las 13:14 horas de ayer martes.
En Tlaxcala el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez constató casi al instante los daños provocados por el terremoto, pues fue el que ordenó al personal de logística y giras que acordonara los alrededores de la iglesia de San José que sufrió daños estructurales.
Después de esta tragedia que aún no termina, cada quien podrá sacar sus conclusiones en torno a si en la entidad existe una coordinación y un plan de contingencia para enfrentar estos fenómenos naturales.
Por lo pronto, el gobierno del estado está obligado a llevar a cabo una supervisión seria y efectiva de los inmuebles que presuntamente sufrieron daños para determinar si éstos pueden seguir abiertos al público o si será necesario cerrarlos para llevar a cabo su reparación.
Datos preliminares refieren que hay 57 iglesias con afectaciones, así como 106 escuelas y cerca de 50 viviendas.
Los templos más dañados son el de San José y el de la Virgen de Ocotlán en la capital del estado, así como el de Tepeyanco, Zacatelco y uno de Nativitas.
Palacio de Gobierno y el inmueble ubicado en la parte trasera del primero también registraron alteraciones, así como los Portales y el Hospital General de Tlaxcala.
En junio de 1999 cuando la entidad sufrió otro temblor que generó problemas en inmuebles religiosos, la administración del entonces gobernador Alfonso Sánchez Anaya llevó a cabo una labor profesional en el levantamiento de daños que le permitió gestionar en el Fonden los recursos necesarios para reparar los templos de San José y Ocotlán.
En aquella ocasión la coordinación con las autoridades del INAH permitió recuperar las torres de esas iglesias que estaban partidas en dos. Los expertos colocaron cinturones de acero al interior de esas estructuras que permitieron recuperarlas.
Según los medios locales de esa época, el gobierno estatal a través del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura y el INAH efectuaron la reconstrucción y la conservación del patrimonio que en ese año resultó dañado.
Vaya su trabajo fue tan bueno, que el arquitecto del INAH Gilberto Reyes Zepeda junto con otros tlaxcaltecas fueron requeridos en Puebla para reconstruir iglesias.
Lo malo para Tlaxcala es que en el ITC se encuentra en manos de un frustrado funcionario que sueña con convertirse en secretario de Gobierno y que no tiene ni la más remota idea de qué hacer en esta tragedia.
Y a ese adorno de funcionario hay que sumar que al actual delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Emilio Velázquez Gallegos, le encanta hacer negocio con las obras que autoriza el Instituto, pues siempre recomienda e impone a la empresa que realizará el trabajo que por lo general cobra caro y casi siempre lo deja mal.
En fin, veremos qué pasa en los próximos días.
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