Vale hacer un ejercicio retrospectivo para ver que no hay grandes diferencias entre lo que originó grandes críticas y acabó en fracaso y, lo que actualmente se impulsa.

El parecido es extraordinario. Haz de cuenta que son dos gotas de agua. Claro, una se dio en 2004, cuando el gobernador Alfonso Sánchez Anaya, pasó por alto los desacuerdos de quienes lo hicieron triunfar e hizo candidata a gobernadora a su esposa, Maricarmen Ramírez.

Hoy no se trata de la esposa, pero sí de un personaje incondicional, dispuesto a seguir con obediencia ciega cada indicación. En aquél episodio la aventura de la pareja no pasó la prueba en las urnas. Enfrentó en los tribunales la férrea oposición de quienes ya acariciaban el triunfo, pero cayeron a la mitad del camino.

En 2010 se aprovecha lo agradable para el oído que resulta el tema del género, mas hay un fondo más profundo de lo que alcanzan a advertir las voces elogiosas de la potencial forma, sin que a sus mentes llegue la luz de la verdad.

A los grupos feministas les encanta la idea de tener a puras mujeres contendiendo en una elección. Hasta le ven un estilo ejemplar para que en otras latitudes aprendan de la apertura tlaxcalteca.

A esos colectivos no les iría mal adentrarse, con mucha seriedad, en este proceso, para que sus manifestaciones adelantadas de júbilo detenten un respetable grado de verdad.

Nombres de ellas los hay, con la ilusión genuina de alcanzar al poder. Pero al día de hoy ninguna de las panistas y priísta involucradas en este amasijo me ha dado así de razones para elogiarlas por su contenido y no por la circunstancia que las dota de patrocinadores, esos sí repartiendo juego, como seguramente distribuirán el botín a los pocos días de cumplido el compromiso del respetable con la urna.

Hoy nos salen con que el dedazo del centro podría dar vuelta a la página panista de pretendida democracia interna.

El líder ese pirata de Benjamín Ávila, se aprecia disfrutando la posibilidad de echar abajo a cualquiera de las dos contendientes por esgrimir razones muy suyas en torno a la conformación de una gran alianza, con el PANAL, el Verde y, claro, la perla negra: el PAC.

En 2004 el PAN tenía leyendas en la política. Un locuaz mesiánico Luis González Pintor; un equis, Juan Bárcenas, un confrontado Texis, en fin, el PAN era un coctel de aficionados a la política, hasta que llegó Héctor Ortiz, los adquirió y los puso a gobernar.

Benjamín es un claro ejemplo de político panista que cambió los excesos de diputado federal por la actual sumisión e incondicionalidad al gobernador. En su momento vivió entre percances y escándalos. Hoy es el gran líder del PAN, capaz de advertir que la elección interna se puede venir abajo si desde el CEN sale el tapado.

A nuestros amigos panistas no les dará vergüenza definir un proceso como se hacía en los años setenta en el PRI, al que pudieron sacar de Los Pinos, precisamente condenando esas prácticas?

Hoy, veo en perspectiva al PAN. Los han usado. Y ellos con gusto lo han permitido.

Hacen como que riñen defendiendo el legado de Manuel Gómez Morín, pero a final de cuentas, se inclinan y besan los pies de quien los tomó de la mano y los llevó a pasear por el zoológico de la ignominia.