El asunto de la seguridad nunca entró en las prioridades del actual gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, quien al parecer está convencido que los actuales índices delictivos en Tlaxcala no son tan graves, sin embargo pronto podría enfrentar una nueva realidad si es que se aprueba la polémica Ley de Seguridad Interior.

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Para solucionar un problema lo primero que se necesita es reconocer que existe, por lo que hoy el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez no puede ignorar la grave situación que enfrenta Tlaxcala en materia de seguridad.

Hay indicadores que revelan que la entidad dejó de ser un estado seguro, pues los asaltos en carreteras son la constante, así como el robo de vehículos, casa habitación y comercios. Hay feminicidios, narcomenudeo y la lista de personas desaparecidas sigue creciendo. Además, nadie puede esconder los asesinatos con características de ejecuciones y los secuestros que se cometieron durante el año pasado.

Justificar que estamos bien porque no se registra el número de asesinatos y otros crímenes violentos que reportan otros estados del país me parece que es un pretexto para no aceptar y señalar que el gobierno de Mariano González Zarur fracasó y permitió que bandas de delincuentes operaran en Tlaxcala con total impunidad.

Durante el décimo de los foros para Construir y Crecer Juntos, que abordó el tema “Gobernanza, seguridad y justicia”, fue un hecho que nadie se detuvo a darle la importancia a la seguridad. El ponente invitado Fernando Rua Camargo prácticamente ignoró el asunto, al igual que los asistentes a las mesas de trabajo donde se supone salieron algunas ideas que serán incorporadas al Plan Estatal de Desarrollo.

Lo anterior resulta preocupante cuando a nivel nacional existe una polémica en torno a la probable aprobación de la Ley de Seguridad Interior que entre otras cosas plantea el repliegue de las Fuerzas Armadas para dejar a los gobernadores y policías estatales y municipales la responsabilidad de combatir al crimen organizado.

Para nadie desconocido que los gobiernos estatales y municipales han caído en una zona de confort al delegar toda la responsabilidad de la seguridad en las Fuerzas Armadas.

Analistas nacionales y expertos en materia de seguridad han planteado que no existen fórmulas mágicas para crear cuerpos civiles de inteligencia y seguridad con preparación para enfrentar a las bandas criminales que azotan al país, de ahí que urge que los gobernadores asuman actitudes responsables y se pongan a elaborar estrategias que les permita llevar a cabo las acciones de seguridad con eficacia y eficiencia.

En ese foro se perdió la oportunidad de establecer las primeras líneas de acción para mejorar la seguridad en Tlaxcala, pues por poner un ejemplo nadie propuso que los dos helicópteros del gobierno del estado fueran canalizados para labores de vigilancia, sobre todo cuando fueron adquiridos con recursos etiquetados para seguridad pública.

Esas aeronaves estuvieron hasta la administración pasada al servicio del mandatario. Hoy aunque se usan menos, es un hecho que no se emplean para cuestiones de vigilancia.

Aunque se habló de coordinación entre las autoridades federales, estatales y municipales, en los hechos nunca se planteó esa medida como parte de una estrategia ni la forma en que se podría concretar. Las palabras estrategia e inteligencia son claves en un moderno sistema de seguridad, sin embargo pareciera que nadie se acordó de ellas durante el mencionado foro.

Después de lo observado en el foro, no tengo la menor duda que en materia de seguridad no solo habra continuidad, sino continuismo.