Este desayuno de la unidad priísta muestra la cohesión de los respetables personajes a los que por cierto, se les olvidó pagar la cuenta.
Esa sí es una misión imposible. Que el gobernador Héctor Ortiz, acepte a un nuevo ente de poder en Tlaxcala, va a estar difícil, aun siendo de su propia echada.
Hay que ver la mirada cómplice de Perla López Loyo, en la imagen tomada durante el desayuno de “la unidad panista”; la picardía de sus pupilas es incapaz de ocultar el acuerdo no escrito entre Ortiz y Velázquez, para que el uno haga como que no se entera del crecimiento del otro, y, el otro finja que el liderazgo logrado entre los seis es cosa espontánea.
El único que enrarece la foto es el apizaquense Alex Ortiz, quien como médico resultó buen político y, a la hora de hacer política prefiere el estetoscopio. Pero, con todo y lo aldeano del singular galeno, con todo y las pueblerinas tardanzas de la bella Oralia (la cacique del norte), se advierte que este es el grupo como salido de Disney Chanel.
Se les ve felices, sonrientes, como lanzando un llamado a Adriana Dávila (la 99) y a Sergio González (el super agente 86) a que se conformen con su inevitable destino. Pero no saben a qué par se enfrentan.
Ya comenzó usted a notar que a don Julián le bajaron las revoluciones su tocadiscos, o sea, ya habla más pausado… hasta parece gobernador.
Como que los estoy viendo. Han destapado una botella de ron… el mejor y tras unas gotitas de limón y un poco de cocacola, hablan de todo, menos de la dimisión política de uno para que el otro surja como sacando juventud de su pasado: Ya verás lo que vas a aprender / cuando vivas conmigo…
Bajo esas libertades no escritas, como ya lo apuntábamos, el experimentado es presidente de la Comisión de Salud, seguramente ha de analizar lo sano que es ir dando aire a la relación con el compadre… y no es por falta de afecto, sino porque así debe de ser en este, que es un largo, larguísimo momento de muera el rey, viva el rey.
Digamos que el rey uno no va a morir y que el rey dos va a tener que dosificar expresiones, actitudes, forma de sentarse y hasta la lentitud esa con la que ya comenzó a hablar, así como una mezcla entre lo rasposo de Echeverría y el churrigueresco de Beatriz y, tirándole tantito a Calderón, nada más que sin quebrar la voz.
En esta mesa de gente bonita (con su excepción) como que ya se ve quién va a ser el próximo secretario de gobierno y el próximo diputado líder de la bancada panista y las diputadas que han de reactivar su honrosísimo y dinámico papel en la Cámara (ajá).
Pero, sobre todo se puede ver quién va a ser el próximo gobernador de Tlaxcala. Claro, si las cosas no se les salen de control. Si Mariano no da el estirón como el priísmo (lo que queda de él) lo espera, si Minerva le pone ese extra a su muy respetable y abundante trabajo, al que yo diría le falta un poco de sustancia y valor.
En este contexto me parece de lo más nice que reuniones como la del Hotel Posada (donde sirven las chuletas apestosas en el desayuno según Iliana Cervantes de El Sol de Tlaxcala) definan el futuro del estado. Entre cuadros de Armando Ahuantzin y meseros de charol nadie puede negar que se trató de un acto con alto significado, así como para que los electores vayamos entrando en calor.
Por cierto, los seis, muy formalitos y muy monos se olvidaron de pagar la cuenta. Acostumbrados a que el gobierno les cubra sus necesidades, cada uno de ellos se levantó y marchó, lo mismo platicando que estrechándose, pero de pagar… nada… y, lógico la gerente de este restaurante tuvo que alcanzarlos, no precisamente para abrazarlos…
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