Adriana Dávila y Mariano González exigirán que el proceso interno de sus respectivos partidos para elegir candidato a gobernador sea legal y se evite la imposición.
Si bien el PAN y el PRI están en espera de definir el método que utilizarán para elegir a sus candidatos al gobierno de Tlaxcala, lo cierto es que el primero optará por una elección interna y el segundo recurrirá a una convención de delegados.
Y aunque esos partidos presumirán que sus procesos internos son democráticos, lo cierto es que en ellos habrá precandidatos consentidos o que gocen del apoyo de actores influyentes e importantes en la política y en sus respectivos institutos políticos.
Ambos partidos tienen el reto de llevar a cabo procesos de elección transparentes y legales que despejen cualquier posibilidad de impugnación, porque corren el riesgo de perder días de campaña que les pueden perjudicar en sus estrategias, como ya le sucedió hace seis años a Maricarmen Ramírez, candidata del PRD al gobierno de Tlaxcala.
Es obvio que en el PAN la ex diputada federal Adrian Dávila no aceptará una imposición ni se prestará a validar un proceso que no cumpla con la ley, lo mismo hará, pero en el PRI, Mariano González, quien sabe que está ante la última posibilidad de llegar a gobernar su estado.
Tanto Adriana Dávila como Mariano González conocen su potencial y saben que para ciertos grupos de poder dentro de sus respectivos partidos son los precandidatos incómodos, de ahí que ya están preparados para enfrentar la cargada que se presentará tanto en el PAN como en el PRI.
Y ya que hablamos de Mariano González, le cuento que su precampaña está siendo apoyada por un poblano que no tiene muy buena reputación. Su llama Carlos Talavera y es un personaje ligado a grupos de porros y a organizaciones de vendedores ambulantes.
Los que conocen a Carlos Talavera dicen que lejos de sumar apoyos a Mariano le restará simpatías, por lo que el ex diputado federal debería buscar a otros personajes que lo apoyen en sus aspiraciones por gobernar Tlaxcala.
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